La condesa espía cuyos restos mortales han terminado en el cementerio de Guadalajara
Aline Griffith Dexter falleció el pasado lunes en Madrid a los 94 años. Era la condesa viuda de Romanones y su apasionante biografía es la de una de las mujeres más singulares del siglo pasado. Aline padecía desde hacía años un enfisema pulmonar que había agravado su salud. Con una vida apasionante, la condesa fue una persona muy descatada en la aristocracia española. Nacida en una familia americana adinerada, Aline comenzó a ganar dinero como modelo. Sin embargo, hizo carrera dentro del mundo del espionaje, lo que la llevó a pisar España por primera vez en 1943. Vino a nuestro país con el mandato de descubrir a Heinrich Himmler.
Era licenciada en Literatura, Historia y Periodismo en la Universidad Mount Saint Vicent de Nueva York. A finales de 1943, llegó a Madrid en calidad de espía tras ser reclutada por la Office of Strategic Services americana( O.S.S.), el primer servicio de inteligencia de EE.UU y germen de la actual CIA, bajo el nombre en clave de "Tigre". Una dama elegantísima, culta, y hablando idiomas en un Madrid que acababa de salir de la Guerra Civil.
Para su trabajo, se relacionó con la aristocracia española y conoció a Luis Figueroa y Pérez de Gumán, por entonces conde de Quintanilla. La pareja se enamoró y en 1947 se casaron en España, la novia llevó un vestido diseñado por Balenciaga. El día de su boda un antiguo novio de ella quiso matar a los novios, pero todo quedó en un susto. De su matrimonio nacieron tres hijos que le dieron trece nietos. Además de su vida familiar y social, Aline se dedicó a escribir y en 1963 publicó sus primeras novelas de espías. Después de la escritura, el campo fue su segunda gran afición. Con una finca en Trujillo llamada Pascualete, hace años consiguió poner en marcha una marca de quesos de su finca que tienen fama de estar entre los mejores del mundo.
En abril pasado intentó demostrar que no estaba tan enferma como había dicho su nieta Carla al posar desnuda para la portada de Interviú. Los restos mortales de la extraordinaria espía reposarán en el panteón familiar de los Romanones en el cementerio de Guadalajara. En esta provincia tuvieron sus grandes latifundios los Romanones, que poco a poco fueron dilapidando.