"Y Emiliano lanzó el tintero". Es el título de la columna del periodista conquense Raúl del Pozo en la contraportada de El Mundo del pasado viernes.
Un artículo que ha tenido gran eco y que aún es comentado en medios del PSOE, sobre todo en Castilla-La Mancha, donde asisten, unos encantados y otros expectantes o encolerizados, al posicionamiento rebelde del presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, frente al actual aparato del PSOE y al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que ha obligado a la mismísima Cristina Narbona, presidenta nacional del PSOE, a defenderse atacando al "barón" castellano-manchego.
Del Pozo constata que Page ha cogido su fusil y ha salido a la caza de Ferraz y de Moncloa. Pero en plan bien, a pecho descubierto y como un héroe clásico.
Por si todavía alguien no ha leído al gran Raúl del Pozo, reproducimos íntegra su columna y que cada cual juzgue si tiene razón sobre Page y sus actuales circunstancias:
Y Emiliano lanzó el tintero
Nadie puede volver vivo políticamente después de hacer tratos con embaucadores, malversadores y sediciosos. Es casi imposible que Pedro Sánchez no se hunda en la brea de su pacto con los separatistas y pueda aprobar los Presupuestos antes del verano; necesita los votos de ERC, que estará en plena bronca con los neoconvergentes exigiendo la independencia.
En el PSOE hay quien ve su viaje a Junqueras como una travesía sin regreso, pero ya nadie conspira en el partido. Hasta Susana Díaz ha dejado de dar la brasa y los chaqueteros tragan y callan. También los hay que ven a Pedro como la encarnación del florentino, que en caso de necesidad no titubea en entrar en el mal y es capaz de emplear la perfidia en su lucha con los aliados o los enemigos.
«Se ha travestido en separatista para engañarlos. A mí me tiene alucinado. Les ha copiado su estilo de fake news», me dice un spin doctor del primer Sánchez.
En medio del silencio de los villanos, un barón ha roto la docilidad del aparato y ya encarna la disidencia interna en el PSOE. Emiliano García-Page, que «es un cuerpo y piensa» (Voltaire), cree que de hombre a hombre no va nada y ha llegado a decir que además del Código Penal existen códigos éticos en el viejo partido que los está aplastando el actual dirigente. «Algún día –ha declarado– se podría discutir llevar al Código Penal [el hecho de] hacer lo contrario de lo que se prometió». Se atreve la criticar al bonapartismo sanchista diciendo que la pretensión del Ejecutivo de reformar el Código Penal para soltar a los presos del procés es un desvarío, porque ni con los derechos de los españoles ni con el Código Penal se pude mercadear: «No es una cuestión negociable».
Se desmarca así de la heterodoxia de Ferraz y de Moncloa, pisa con todo descaro la línea continua, se subleva contra la ley del silencio impuesta por Cristina Narbona, quién tras ser preguntada por las críticas del castellano-manchego recordó que la reforma de la ley corresponde al Gobierno. García-Page ha contestado que entre sus responsabilidades como español está la de hablar de un delito contra el orden constitucional: «No es un problema del Gobierno de España, nosotros también somos España».
Emiliano García-Page es muy trabajador, un político sencillo y culto, con un buen discurso socialdemócrata. «No se come el pan a traición», como se dice en Cuenca. Le critican diciendo que pone una vela a Dios (el electorado) y otra al demonio, Pedro Sánchez.
¿Acaso no es una heroicidad lanzar el tintero al diablo, como Lutero? Ya lo están paseando en las redes.
Raúl del Pozo