El presidente de Castilla-La Mancha,Emiliano García-Page, ha aprovechado este lunes el acto de homenaje a los efectivos que trabajaron en la región en el temporal "Filomena" para dejar clara su postura en la lucha frente al otro temporal, el de la pandemia de coronavirus que azota a nuestra región y al mundo entero. Y eso en un día en que los datos de muertes en la región han sido especialmente trágicos.
Page ha trascendido su función de dirigente regional y ha hablado con sentido de estado para criticar el guirigay que vive España con las formas tan diversas y distintas con las que se está afrontando la crisis sanitaria dependiendo de cada una de las diecisiete comunidades autónomas que integran el país. Su discurso pidiendo un tope a la pandemia, al que solo se llegará con medidas comunes para todos, ha sido un grito desesperado al Gobierno de la nación para que actúe y no siga mirando los toros desde la barrera como si el problema fuera algo ajeno. Y ha vuelto a cargar contra Madrid poniéndolo como ejemplo de malas prácticas.
Page ha avisado de que si esta tercera ola de contagios no se controla pedirá "medidas más rotundas a nivel nacional". "Confío en que los casos bajen de forma notable. Los datos lo avalan, pero si no habrá que tomar decisiones de carácter global". En realidad es lo que debió hacerse siempre, como en la primera ola. Se actuó tarde y mal, pero cuando se impuso el estado de alarma y se decidió el mismo confinamiento duro para todo el país la curva se doblegó y los casos de contagio y muertes se redujeron de tal forma que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, terminó proclamando que habíamos vencido al virus. Se equivocó al decirlo y al dejar toda la responsabilidad, a partir de ese momento, en manos de las administraciones autonómicas.
Y es que, como bien ha señalado este lunes el presidente castellano-manchego,"no sirve de mucho" que su Ejecutivo adopte medidas "restrictivas" mientras "otros en España van presumiendo de ser menos restrictivos, de modo que cuando se abra la barrera nos volvamos otra vez todos a complicar la vida", en clara referencia a la Comunidad de Madrid, a la que ha vuelto a culpar de la subida de los contagios en todas las comunidades limítrofes y en algunas que no lo son. Page considera a Madrid como la sexta provincia de Castilla-La Mancha, de la cual se han venido a vivir aquí más de 100.000 personas en lo que ha llamado una "emigración sanitaria" impulsada por el hecho de que en nuestra regióntienen "sanidad, educación, servicios sociales y atención sanitaria de otra manera". Y ha rematado en esa misma línea argumental: "Es evidente que la gente se mueve a sitios que le ofrecen más garantía, pero hace que las estadísticas engañen mucho", queriendo dar a entender que los servicios sanitarios, educativos y sociales son mejores en Castilla-La Mancha que en Madrid, un planteamiento perfecto para generar polémica.
Según Page, 1,2 millones de recetas despachadas aquí a gente de Madrid hace de esta comunidad la sexta provincia de Castilla-La Mancha, al menos en el ámbito de la sanidad.Por ello ha considerado que es "un problema que hay que arreglar entre todos, pero no hay que ocultarlo".
El jefe del Ejecutivo castellano-manchego expresó también su disgusto con la situación al decir que le resulta "obsceno" que como presidente haya tenido que firmar "decretos exigiendo responsabilidad y decisiones duras para la gente, que ha tenido que echar el cierre", mientras en algunas regiones "van presumiendo con no se qué recortes".
Y ahí su mensaje al Gobierno nacional se hizo más presente: "Lo terminamos pagando el resto. Esto no es justo, ni razonable ni serio para un país que se precie de eso, de ser un país. Vamos a hacer este planteamiento a la vuelta de no mucho, respondiendo al estrés que mantienen nuestros servicios habituales".