La mayoría absoluta conseguida por el socialista Emiliano García-Page en Castilla-La Mancha, un oasis en medio de la debacle del PSOE en las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo, ha disparado los rumores políticos y comentarios periodísticos sobre un hipotético salto a Madrid para sustituir en Ferraz al presidente del Gobierno y líder de los socialistas, Pedro Sánchez. La hipótesis en torno a Page ha adquirido incluso más relevancia tras el inesperado anuncio de Sánchez de adelantar las elecciones generales al 23 de julio, en pleno verano y sólo dos meses después del batacazo de este domingo.

Es verdad que las urnas del 28-M todavía están calientes y que nadie se ha planteado seriamente esta posibilidad a tan pocas horas de las autonómicas y municipales, pero es obvio que esta victoria de Page en Castilla-La Mancha y su remarcado perfil antisanchista se han puesto ya sobre la mesa para valorar un posible relevo de Sánchez en el caso de que el PSOE pierda también las generales. Esta situación, a día de hoy, no se ha planteado con ningún otro barón más allá de Page, aunque este mismo lunes se empezó a hablar de Adrián Barbón, el presidente de Asturias, que también ha ganado en su territorio.

Hay razones importantes para que estos comentarios surjan en torno al líder castellano-manchego, pero probablemente una sobresale sobre todas las demás: Emiliano García-Page, al contrario que Sánchez, representa a un PSOE socialdemócrata, moderado y de corte políticamente estable, nada aventurero ni dado a las ocurrencias, y este perfil abiertamente centrista tiene todavía calado entre aquellos socialistas que quieren recuperar al PSOE "clásico". Son ampliamente conocidas en España las fuertes críticas de Page al Gobierno de Sánchez, especialmente al ala podemita de la Moncloa, y su rebeldía frente a Ferraz, y eso ahora puede sumar puntos a la hora de buscar un relevo de Sánchez que sea justamente lo contrario que él.

Sin embargo, la posibilidad de que García-Page esté dispuesto a cruzar la M-30 para dar el salto a la política nacional tiene una variable con la que nunca se cuenta. A saber: la opinión del propio Page. Se da por hecho que el presidente castellano-manchego estará dispuesto a saltar esa barrera, pero pocos conocen su opinión real al respecto. ¿Quiere Page realmente dar ese paso? ¿está dispuesto a cruzar ese puente? ¿le apetece políticamente? ¿está en un momento personal en el que esta hipótesis le cae a mano? ¿le conviene? Las declaraciones públicas del propio barón socialista nunca rechazan esta posibilidad, pero seguro que antes de eso tendrá que hacer sus cálculos y valorar el jardín donde se mete. En plena campaña dijo que sólo daría el salto a la política nacional si España estuviera amenazada.

En todo caso, sustituir a Sánchez no es algo que el PSOE se vaya a plantear ahora: antes deben pasar las generales del 23 de julio y conocer si el desastre socialista del 28-M se repite o no. Todo queda en el aire y Page mira ya a su próximo gobierno en Castilla-La Mancha pero tal vez también a un futuro un poco más allá.