La difícil digestión que tendría para Page una investidura de Sánchez con el sí de Puigdemont
Las palabras se las lleva el viento, pero no siempre. Las hemerotecas también están para recordarlas y poner a cada uno frente a su coherencia y la fortaleza, o no, de su pensamiento. En política es de gran utilidad volver sobre lo dicho y sacar conclusiones sobre lo que todavía está por venir y cómo será encajado ese hipotético futuro por unos y por otros. El que conoce al presidente socialista de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, sabe perfectamente que ni él ni buena parte del PSOE castellano-manchego encajarían bien la posibilidad de una investidura de Pedro Sánchez con el voto afirmativo de Junts, el partido del fugado Carles Puigdemont. Todo el mundo tiene claro que si se produce esa investidura será a un precio muy alto para España, y eso para un político como Page tendría con toda seguridad una difícil o imposible digestión. La brecha que existe entre ambos previsiblemente se haría aún más grande.
Precisamente esta posición de Page como socialdemócrata centrado y con sentido común, muy alejado del eje de pensamiento del sanchismo, obviamente mucho más escorado a la izquierda y a las cesiones a los independentistas catalanes y vascos, es uno de los grandes valores que la sociedad castellano-manchega ha apreciado en el líder regional del PSOE y de ahí la nueva mayoría absoluta conseguida el pasado 28 de mayo en medio del fracaso general de los socialistas en gran parte de España. Es muy significativo, en este sentido, que menos de dos meses después de conseguir Page esa mayoría absoluta en Castilla-La Mancha, los votantes de la región haya dado al PP una amplia victoria en las generales del 23 de julio. Está claro que la "marca Page" tiene valor propio y lleva el sello de la moderación, el diálogo y el centro político desde los principios sociales.
Y ese "marca" personal es la que siempre ha exhibido el presidente castellano-manchego en sus posiciones políticas, aún a costa de enfrentarse directamente con Sánchez y con algunas de las decisiones más polémicas de su Gobierno. Especialmente claro ha sido siempre Page en relación a los independentistas y a sus pretensiones de conseguir prebendas o favoritismos frente al resto de los españoles, algo que el presidente de Castilla-La Mancha siempre ha rechazado en el marco de una clara defensa de la igualdad entre todos que proclama la Constitución.
En este sentido, este mismo fin de semana Page ha vuelto a defender con total claridad sus posiciones tradicionales y ha dejado sentadas dos claras barreras que no pueden superarse. Por un lado, el líder castellano-manchego ha expresado la necesidad, en cualquier negociación que se pueda abrir a partir de ahora para formar gobierno, de "dejar a salvo la soberanía de los españoles" y, por otro, ha exigido que haya "ausencia de privilegios" de unos territorios sobre otros en cualquier conversación en torno a la investidura. Ambos supuestos parecen abiertamente incompatibles con el voto afirmativo del partido de Puigdemont a una hipotética investidura de Sánchez, el líder del partido de Page.
En este sentido, el presidente de Castilla-La Mancha también ha dejado claro que no deben asumirse con normalidad que se plantee en España una "dialéctica política" de bloques y ha advertido de que "los partidos deben estar al servicio de la Constitución, y no la Constitución al servicio de los partidos", unas palabras que Sánchez tal vez no debiera olvidar a la hora de negociar con Puigdemont para volver a ser presidente del Gobierno. En este marco, conviene recordar que la pasada semana, el propio Page se mostró partidario de grandes acuerdos de Estado entre el PSOE y el PP. O sea, blanco y en botella: el barón más díscolo del sanchismo sienta unas bases que probablemente Sánchez no podrá respetar si quiere mantenerse en la Moncloa.