José Manuel Caballero, desde el pasado mes de junio vicepresidente segundo del Gobierno de Emiliano García-Page en Castilla-La Mancha, es uno de los más sólidos y experimentados dirigentes del PSOE en la región. Su veteranía y notable trayectoria política e institucional tiene dos escalas especialmente relevantes: su destacada gestión como presidente de la Diputación de Ciudad Real entre los años 2015 y 2023 y su liderazgo como secretario general del PSOE en la provincia ciudadrealeña desde el año 2012, aunque su carrera es muy extensa y ha sido también diputado nacional y regional y líder de las Juventudes Socialistas de España entre 1996 y 2000, entre otros muchos cargos.
Se puede decir abiertamente que es un "incombustible" de los socialistas castellano-manchegos y que ahora, en el Gobierno de Page, asume una vez más una responsabilidad de especial importancia que le consolida como una persona de máxima confianza del presidente de la Junta y líder del PSOE de Castilla-La Mancha. Junto al vicepresidente primero, José Luis Martínez Guijarro, y el equipo más estrecho de colaboradores de la Presidencia de la Junta, Josele Caballero forma parte del "núcleo duro" del Ejecutivo regional y se mantiene en primera línea de la política castellano-manchega.
Cuando el pasado mes de junio tomó posesión como nuevo vicepresidente segundo de la Junta, Caballero recibió muchas felicitaciones, pero una especialmente significativa, la del expresidente de la Junta de Comunidades y del Congreso de los Diputados, José Bono, un hombre muy querido y respetado en el PSOE castellano-manchego. La felicitación de Bono a Josele Caballero tuvo por parte del ya vicepresidente una respuesta en forma de verso de León Felipe, esta sencilla y preciosa composición de su poema "Romero solo", tan maravilloso: "No sabiendo los oficios los haremos con respeto".
Bono, a la vista del verso recibido, envió a su vez a Caballero el poema completo de León Felipe, que aquí reproducimos para solaz de todos. Ahí queda:
Romero solo
Ser en la vida romero,
romero sólo que cruza siempre por caminos nuevos.
Ser en la vida romero,
sin más oficio, sin otro nombre y sin pueblo.
Ser en la vida romero, romero..., sólo romero.
Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo,
pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero,
ligero, siempre ligero.
Que no se acostumbre el pie a pisar el mismo suelo,
ni el tablado de la farsa, ni la losa de los templos
para que nunca recemos
como el sacristán los rezos,
ni como el cómico viejo
digamos los versos.
La mano ociosa es quien tiene más fino el tacto en los dedos,
decía el príncipe Hamlet, viendo
cómo cavaba una fosa y cantaba al mismo tiempo
un sepulturero.
No sabiendo los oficios los haremos con respeto.
Para enterrar a los muertos
como debemos
cualquiera sirve, cualquiera... menos un sepulturero.
Un día todos sabemos
hacer justicia. Tan bien como el rey hebreo
la hizo Sancho el escudero
y el villano Pedro Crespo.
Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo.
Pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero,
ligero, siempre ligero.
Sensibles a todo viento
y bajo todos los cielos,
poetas, nunca cantemos
la vida de un mismo pueblo
ni la flor de un solo huerto.
Que sean todos los pueblos
y todos los huertos nuestros.