Page y la butifarra, Puigdemont y la Virgen de El Escorial, Tejerina en la linde y una obra maestra
Sobredosis de Carles Puigdemont. Qué hartura de tío. Toda España pendiente en una preciosa tarde de otoño que más nos hubiera valido no pasar delante del televisor pendientes de un mediocre cuyo mayor mérito es haber roto a su pueblo mitad por mitad. Las fotos de la gente, primero trágicamente extasiada de ilusión y luego llorosa de decepciones y tristeza, me recordaba las alucinaciones colectivas en aquella explanada de El Escorial con la Virgen de por medio, soltando pasta y salud para perseguir una locura y un disparate. Farsa, mascarada, show y esperpento. No estoy segura de si Oriol Junqueras se durmió o estaba en acto de contrición metido en sí mismo dentro de su escaño, pero este asunto de suspender la no declaración de independencia no lo hubiera superado Groucho Marx en la mejor de sus escenas. La parte contratante de la primera parte y tal.
He navegado esta mañana los periódicos en busca de un poco de vida más allá de la butifarra y me he encontrado con que el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, sigue tan calladito como en las tres últimas semanas, sin nada que decir sobre Cataluña y sobre nada, y que su vicepresidente segundo, el tal José García Molina, publica este miércoles su declaración de bienes en el Diario Oficial con un saldo de ingresos a su favor de 72.000 euros en el último año y otras cositas muy jugosas que se pueden leer en este digital si alguien quiere desengrasarse de independentistas y otras finas hierbas. España espera, por lo demás, la respuesta del Gobierno de Mariano Rajoy, un presidente que, en contra de su costumbre, ya sí empieza a tomar algunas decisiones y veremos hasta donde llega. Bien está.
Una ministra de ese Gobierno, Isabel García Tejerina, se ha puesto en mitad de la linde del trasvase que el Gobierno de Page viene desplegando y de ahí la pobre ya no sale. Entre la consejera Agustina García y el consejero Francisco Martínez Arroyo tienen frita a la ministra con toneladas de palabrería antitrasvasista y sin más munición que el manoseo y lo de siempre, así pasen los años. Siento decirlo así de claro, pero estoy hartita de que nos utilicen a los castellano-manchegos con tanta demagogia cotidiana y cuarenta años de retórica vacía que nada ha conseguido. Y ya.
Termino con una obra maestra. Leo este titular-perla que nos deja en El Mundo el gran Pepe Habichuela: "Toco la guitarra como si tuviera hambre". ¡Leches!