El presidente García-Page ante el decisivo año de 2018
Han transcurrido ya dos años y medio de la presente legislatura en Castilla-La Mancha y no parecen haber sido suficientes para mejorar de verdad el signo de las cosas en la comunidad. Más allá de la evolución natural de la situación y la salida de la crisis, Castilla-La Mancha se enfrenta hoy a problemas similares a los que tenía en 2015 en materia sanitaria, educativa, social o laboral, independientemente de que algunos detalles hayan mejorado y otros al revés. El paro, la precariedad laboral, los altos índices de pobreza, la tasa de fracaso escolar, las listas de espera sanitaria, los servicios sociales y otra larga acumulación de problemas siguen instalados en la agenda castellano-manchega como asignaturas pendientes que es preciso y urgente abordar. La vida de los castellano-manchegos no ha sentido mucho el cambio de tiempo político.
Por esta misma razón el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, afronta en este 2018 que empieza a llegar su año clave y decisivo. Probablemente va a ser el tiempo más importante de su mandato en esta legislatura. Su pacto de gobierno con Podemos va a experimentar su gran prueba de fuego y lo que ocurra en los próximos meses tendrá un más que notable peso sobre el resultado de las elecciones autonómicas de mayo de 2019. García-Page no sólo se enfrentará en 2018 al análisis y valoración de lo que piensa el ciudadano acerca de su cohabitación podemita sino que el presidente tendrá también que someterse al escrutinio que la gente haga del cumplimiento de sus numerosas promesas políticas, gran parte de ellas pendientes de ejecutar en los próximos 18 meses. El año 2018 va a resultar, por tanto, decisivo y apasionante y dará la medida real de lo que este Gobierno regional ha hecho o dejado de hacer en Castilla-La Mancha.