El Alcaná

García Molina y los Ferrero Rocher

25 septiembre, 2017 00:00

El secretario general de Podemos en Castilla-La Mancha y responsable de Política Autonómica de este partido a nivel estatal, José García Molina, acudió este fin de semana a Barcelona para entrevistarse con el vicepresidente de la Generalitat, Oriol Junqueras, y la alcaldesa de la Ciudad Condal, Ada Colau. Lo hizo en su calidad de notable de la formación política morada y no como vicepresidente segundo de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, pues ya se encargó tanto el Gobierno autonómico, como después él mismo, en subrayarlo convenientemente. Las ganas de proyección pública del protagonista crecen en progresión geométrica a la longitud de las paredes por las que se sube el resto del Ejecutivo socialista del que forma parte. Mientras Emiliano transmitía en Albacete todo el apoyo a la Guardia Civil y a Mariano Rajoy, Molina defendía en Barcelona el derecho a decidir y condenaba la intervención represora del Gobierno del PP. Entre medias, Guijarro apoyaba el Estado de Derecho, rodeado de jueces y fiscales. Esto es un reparto de papeles y no el casting que Cuerda va a hacer esta tarde en Toledo.

Hemos de suponer que García Molina habrá renunciado al sueldo de vicepresidente segundo estos dos días, aunque tampoco vamos a ponernos exquisitos con ello. Si como miembro del Ejecutivo ha declinado el coche oficial, entiendo que el desplazamiento a Barcelona como particular lo ha debido hacer en blablacar. Mas no es tanto eso lo que mi razón consume como otra evidencia que salta fieramente a la vista como los tigres de Dalí. García Molina tiene Ferrero Rocher y no los comparte.

Porque las recepciones del Señor Embajador tienen que ser la leche. No había advertido yo las verdaderas cualidades de quien erróneamente ha sido llamado Narcisos, Adonis, Guillermo de Baskerville o Sean Connery. Nada más lejos de la realidad. Ni por supuesto de la divinidad, por más que hayamos comprobado su parecido con Jano Bifronte. El Señor García Molina tiene una embajada y se lo había callado hasta ahora. Eso sí que es ser listo, coño. Cómo pasar por un simple vicepresidente siendo todo un diplomático de carrera. A este no le van a pedir el pasaporte en el viaje de vuelta, cuando cruce la aduana de Zaragoza.

A mí me parece muy bien que García Molina vaya a Barcelona para desatascar el conflicto catalán más pronto que tarde. Pero qué cojones hace que no ha ido ya a Corea para departir amablemente con Kim Jong Un y persuadirlo de que su escalada militar y armamentística no va a ninguna parte. Por qué no leerle al coreano alguno de los versos de Paulo Coelho al tiempo que le saca los Ferrero. ¡No entiendo nada!

Por no hablar de Trump, Putin y las relaciones envenenadas entre ambos. O las difíciles y complicadas legaciones que se establecen entre Villarriba y Villabajo a cuenta del Fairy después de la paella. El mundo necesita un diplomático y lo ha encontrado. Emiliano debe dar ya rienda suelta a Molina y liberarlo de sus funciones. El Plan de Garantía de Rentas no era más que el salvoconducto para metas mayores. Molina debe ir por el mundo y los aeropuertos como los cardenales, con inmunidad diplomática, sin nadie que le eche el alto. Oye, y al que no le guste, que se dedique a otra cosa.

De todas formas, insisto, lo más deben ser las recepciones en casa del embajador, con Pablo, David y María, y los Ferrero y Krahe a todo meter. Espero, en mi modestia, ser invitado un día de estos a alguna de ellas. No obstante, Jose, la próxima vez que vayas a la radio, súbete los Ferrero, tron, que a nadie le amarga un dulce. ¡Qué callado te lo tenías!...