El Alcaná EL ALCANÁ

El verdugo de Puigdemont

15 enero, 2018 00:00

Una chirigota de Cádiz ha simulado la ejecución de Puigdemont en una guillotina durante su popurrí de preliminares en el Gran Teatro Falla. El que da lectura a la condena pide un último acto de clemencia al auditorio, cuyo gallinero y patio de butacas niegan rotundamente. Una asociación independentista ha visto en esta secuencia un delito de odio, por lo que es probable que presente querella o denuncia contra los chirigoteros, que ya al inicio de su actuación decapitaron nada más entrar a los Reyes Magos porque tardaban en dejar paso al Carnaval. No hay mayor timbre de gloria para una chirigota ni mayor ridículo para un estulto o badulaque. El problema principal del independentismo es que no sabe que lo es.

Porque cargar ahora la suerte del procés, muerto y enterrado, sobre los hombros de un plasma o fregona exiliados, mueve directamente a la risa. Es el esperpento, la chirigota de este lunático perdido en los bosques de Bruselas. Poco a poco han ido cayendo las piezas del tablero de ajedrez tramposo que retorcieron los independentistas; cuando han visto cómo la justicia verdadera cae inexorablemente sobre sus espaldas, se han ido retirando de la primera fila. Ya nadie quiere presidir el Parlament, nadie con dos dedos de frente, claro. Máxime para que venga un mesías belga por pantalla a leer su discurso en cinemascope. Como decía ayer Soledad Gallego Díaz en El País, eso y no otra cosa es arrasar la Generalitat.

Aznar, que ha leído Historia, sabe lo que pasará con todo este entramado. Cataluña se rasgará, se partirá, se escindirá mucho antes de separarse de España. El mito de Tabarnia es la prueba indestructible del nueve. Lo que nació como una prueba más del sentido del humor de las personas inteligentes terminará por convertirse en el reducto de la libertad frente a la barbarie. Oiga, si usted se quiere independizar de España, yo me quiero independizar de la Cataluña que usted consagra. Las premisas del razonamiento son inobjetables, con lo que la conclusión ya está escrita. Tabarnia es la bandera de la luz y el humor en la oscuridad de la cueva y la cabellera de Puigdemont. Por eso, Arrimadas llevó al Selu en su cierre de campaña.

Cuando Cádiz empieza a cantar, tiembla el Misterio. Reyes, Papas, presidentes del Gobierno, alcaldes, alcalduchos, presidentes de la Junta desfilan sin piedad ante las hordas de las letrillas y el tres por cuarto. Cádiz es el rompeolas final de la libertad en la Historia y el talento. Caerán las bombas como en el doce, pero siempre quedará el grito final de “¡Viva la Pepa!” Hasta hicieron jurar la Constitución a un rey felón. A Puigdemont no le queda ná. Acaba de comenzar el Carnaval y no habrá piedad alguna. Sus hechos lo delatan. Ha dividido un país y ha abierto heridas incurables durante un tiempo. Eso sí que sería un delito de odio. Por lo demás, cúmplase la sentencia y que caiga el telón. La inteligencia brilla en Cádiz al son de un tambor, un bombo y un platillo.