El Alcaná

¡Viva la Reina!

9 abril, 2018 00:00

Doña Letizia abrió este fin de semana la puerta trasera de su vehículo a Doña Sofía cuando acudían ambas acompañadas de Don Felipe a ver al Rey Emérito y su bastón. Dicen los que saben que era el golpe de pecho que hacía la Soberana a su suegra tras el episodio del fotomatón de Palma. El jueves, Doña Letizia tuvo que aguantar la reprimenda de algunas personas durante el primer acto al que acudió tras el incidente. La maquinaria de Zarzuela no ha hecho más que soltar humo desde entonces buscando la manera de obturar tuberías y controlar daños. Son los códigos reales que se manejan entre soperas, cuberterías y bautistas. Pese a lo desafortunado del domingo pasado, sigo pensando que a Letizia hay que sacarla en procesión.

Dice Pilar Urbano, que estuvo el otro día en Toledo dando una magistral lección de periodismo a sus setenta y ocho años, que suegra y nuera no se llevan desde que Doña Sofía eligió el papel de madre en lugar de reina cuando viajó a Washington y Ginebra para ver a Iñaki y Cristina. Letizia lo consideró entonces una declaración de guerra en el cortafuegos que había levantado en torno a Don Felipe y las niñas con todo aquello que tuviera que ver con Noos. Sofía y Leonor pasan el tiempo con la abuela materna, la hija del taxista, que diría Peñafiel, y van educándose diestramente en esta monarquía republicana que diseña Letizia. Es la única salvación posible para la Corona en los tiempos que corren.

Letizia ha armado el taco con su gesto de no dejar a la abuela fotografiarse con las nietas. Se equivocó, pero no es para tanto. Cómo habrá sido el tema que hasta los independentistas catalanes han jaleado a la Reina Sofía como si fuera descendiente directa de Doña Petronila y Ramón Berenguer. Ahí está la gravedad del asunto. Los separatistas han encontrado en el tema el latigazo perfecto para romper el sistema, horadar la piedra y penetrarla. El discurso del tres de octubre todavía escuece en los costados barretinados y a Felipe Sexto lo odian tanto como al Quinto. La Nueva Planta la escribió el Monarca joven diciendo lo que había que hacer e instando al Estado de Derecho a que se pusiera manos a la obra frente a un Gobierno inerme. Pese al revés de las justicias belga y alemana, el trabajo del Juez Llarena dará su fruto, porque el rebelde Puigdemont no podrá pisar España sin pasar antes por la trena. Por eso, le pintan la casa y se la llenan de mierda. Eso es lo que quieren cargarse los rufianes de guardia jaleando a la Reina Emérita. Letizia es la clave de bóveda de todo esto y lo saben.

Tengo la teoría, sin embargo, de que lo de la Reina Joven ha sido para bien. Pese a que la han llamado follaora y guarrona –Majestad, no hay como darle gusto al cuerpo-, ha conseguido tal unanimidad que este país ha vuelto a demostrar que es uno solo y se mueve al latido de un único corazón. Desde Cádiz hasta Gerona, pasando por Zaragoza, no ha quedado una lengua viva que no dijera que Letizia era mandona. Con dos cojones, Señora. Ha unido usted más voluntades que el Mundial y eso no está al alcance de cualquiera. Aquí se manda, vestida de sota de bastos o reina de corazones, pero se manda. Ha hecho usted más por la unidad de España que los Reyes Católicos. Tiempo tendrá Leonor de corregir su error. Y mientras, Puigdemont que espere en la frontera vestido de infanta o lagarterana, hasta el próximo cortejo de Mondas.