El Alcaná

Y Vox se hizo carne

3 diciembre, 2018 00:00

Vox ha conseguido doce escaños en las elecciones andaluzas y ha provocado un vuelco en el escenario político español. El partido de Santiago Abascal ha irrumpido con una fuerza estremecedora cuando hace un par de días el CIS le daba un escaño por Almería. Ahora puede condicionar incluso el Gobierno de Andalucía si PP y Ciudadanos se ponen de acuerdo para pactar. Qué tiempos tan peligrosos no estaremos viviendo juntos cuando hasta el Psoe cae en su feudo de toda la vida.

Lo de Vox lo vi claro hace un par de semanas cuando volvía de una cena. Unos amigos preguntaron al taxista que nos llevaba de vuelta a quién iba a votar. No lo dudó un instante y dijo que a Abascal. Y cuando le espetaron que eso era la ultraderecha y cómo podía pensar así, no se le movió un músculo de la cara. Argumentó con una seriedad pasmosa que estaba hasta los cojones del tinglado, que aquí todo el mundo chupaba de la teta, los mismos de siempre, y que habían llevado al país a la quiebra. Estaba harto de que los que vinieran de fuera tuvieran todos los derechos y los españoles, en cambio, sólo valiéramos para pagar la cuenta sin rechistar. Para colmo, Cataluña, donde un gran país como es España no puede tener una respuesta tan timorata como la que había dado. "Ustedes dirán lo que quieran, pero lo
tengo muy clarito". Y vaya si ha estado claro.

El terremoto de las andaluzas removerá lo que hasta ahora considerábamos tierra firme en política. Desgraciadamente, la crisis económica y política ha abierto el juego a los extremos. Si los partidos llamados de gobierno o aquellos que quieren ocupar el centro político no lo remedian, esto irá a más. Las urnas han hablado y han puesto a cada uno en su sitio. Y en noches como esta, cuánto me acuerdo de Felipe González cuando se sacó de la manga una de esas frases veinte años premonitoria, que sólo a un genio de la política como él puede ocurrírsele. "Una cosa es la opinión pública y otra, la opinión publicada".

Susana muere a orillas del Guadalquivir, río quizá del que nunca debió salir. A la Sultana la embaucaron los cantos de sirena que llegaban desde Madrid, como de Sanlúcar las goletas. Picó el anzuelo y perdió frente a las bases y al Peugeot de Pedro Sánchez, el más listo de la clase. Ha cambiado el utilitario por un Falcon y se da viajes por el mundo. Le han servido en bandeja de plata la cabeza de su enemiga. Y lo han hecho las derechas, esas de las que tanto abomina y a las que tanto también ha alimentado. Porque, que nadie se engañe. Vox es invento del Psoe de igual forma que Podemos lo fue del PP. En ambos casos, para dañar de manera inmediata al rival más directo. Visto con luces largas, para romper y hacer añicos el tablero de
juego hasta ahora conocido. Divide y vencerás. En el país de los ciegos, el tuerto con gafas de sol es el rey.

Y ahora toca pensar a todos los que se examinan en mayo. Pedro aguantará como una roca salvo que la situación sea insostenible. Quizá no se vuelva a ver en otra y apurará al máximo. Eso puede provocar una corrosión del Psoe donde gobierna importante. Podemos se desinfla, pese a la buena candidatura de los Clinton de Cádiz. Ya no cuela el discurso y parte del mismo se va hacia Vox. Los extremos se tocan, aunque el partido de Abascal bebe de todos y pretende ser como la lanza de Longinos que atraviesa todos los costados posibles.

Y quedan Ciudadanos y PP. Los primeros, en continua subida que deberán armonizar y modular; los segundos, en caída, pero con la paradoja de que podrán gobernar un territorio ignoto. Si no se ponen de acuerdo, podrían pagarlo caro, aunque Ciudadanos deberá compensar en algún otro territorio en el que puedan pactar con el Psoe para equilibrar. Hay quien dice que Castilla la Mancha podría ser el teatro ideal. Cinco meses restan para saberlo.

Las urnas hablaron y tembló el Misterio. Tezanos daba cuarenta y cinco a Susana y ha perdido San Telmo. Que tome nota Pedro antes de sucumbir. El runrún, la trastienda, la marejada que ya había de fondo, los memes que corrían por los móviles desde que Sánchez llegó a la Moncloa, llevaban la seña de Vox. Y es que Cataluña y la cesión con los golpistas encabrona al personal. Hasta que Susana adelantó y se encontró el ratón roído de la derrota. Vox se ha hecho carne, masa corpórea. Abandonó el éter de los memes y habitó entre nosotros. Y parece que, de momento, se queda.