La derechona
Fue Francisco Umbral, maestro de la columna del que todos bebemos, quien acuñó el término allá por el noventa y seis cuando Aznar y sus chicos llegaron al poder. Eran los tiempos de Federico Trillo, Mariscal de Gante, Mercedes de la Merced, Michavila y otros tantos como ellos. Llegó incluso a escribir un libro con ese título, donde hacía un retrato social clarividente de lo que era una clase social dominante que entonces alcanzó el gobierno. Ahora, veinte años después, una nueva derechona se descubre desnuda y sin complejos ante la opinión pública española y parece que no existiera otra cosa y todo el mundo habla de ello. Vox por aquí, Vox por allá, Abascal en los medios como un Superstar, el capitán Smith blandiendo la copa y brindando por los tercios de Flandes... Se han vuelto decisivos en el cambio de gobierno andaluz. Mis amigas de izquierda se llevan las manos a la cabeza y hablan incluso de ilegalizar el partido. Preguntan en voz alta cómo es posible que haya mujeres que voten a Vox. Y, sin embargo, las hay, porque no cuadran las cuentas y porque algunas de ellas se han vuelto portavoces del movimiento. Hace poco recibí un meme por wassap, la red social más importante e influyente de España, que decía que si la izquierda se ha puesto así por doce escaños en Andalucía, igual en mayo había suicidios colectivos. Cómo me molan estas movidas, aunque estoy de Vox hasta los mismísimos.
Creo que Abascal y compañía han dado en la diana de un sector de población que tenía cierto sentimiento de orfandad. La gasolina de esta formación política ha sido la política de Sánchez en Cataluña. Es más, diría incluso que si Podemos fue un invento de Soraya en la Sexta para desgastar al Psoe, este lo ha sido de Sánchez para partir a la derecha en tres. Mil veces escribí en EL DIGITAL que Rajoy era el tuerto en el país de los ciegos. Y es ese el título al que aspira Sánchez. Sólo que con un pequeño inconveniente. Los lazarillos que se ha buscado, los indepes, son los mismos que aumentan su ceguera. Pero eso a Sánchez le da igual. Se pone las gafas de sol y se sube al Falcon para dar vueltas por el mundo.
Considero que Vox se ha pasado varios pueblos con el asunto de la violencia de género. Discutir que es un gravísimo problema para la sociedad española no tiene sentido. Otra cosa es que puedan mejorarse instrumentos o métodos para luchar contra ella. Hubo un pacto de Estado donde entraron todas las fuerzas políticas. Si hay algo que funciona mal de la ley, habrá que corregirlo. Pero poner en cuestión el número de mujeres asesinadas o la propia concepción del término me parece disparatado. Es obvio que la legislación ha provocado alguna situación injusta, pero no lo es menos que se trata de un mecanismo preventivo para evitar males mayores. Hace poco me dijo una de las mejores inteligencias políticas que conozco que Vox ha hecho lo que Podemos, articulando incluso un nuevo lenguaje. Si Podemos hablaba de casta, Vox lo hace de chiringuitos. El machito ibérico está en extinción y por ahí Abascal y los suyos no abrirán camino.
Han conseguido, sin embargo, una fabulosa campaña de propaganda, objetivo verdadero de lo que creo que era un documento disparatado de diecinueve puntos. A Ciudadanos lo han puesto nervioso y al PP lo han obligado a bajar a la arena y negociar. La legislatura andaluza puede ser una agonía, visto el escaso entusiasmo con el que nace. Rivera se empeña en demostrar que mea colonia todos los días y Casado no acierta a parar a Vox y busca candidatos intercambiables. Mientras tanto, las redes arden y queman herejes. Por el momento, la única violencia que ha habido es la de los indepes y la izquierda radical desmontando los puestos o chiringuitos de Vox. La política española camina hacia una treintañización que no me gusta nada. Incluso en la cuestión del voto femenino, me viene a la cabeza el debate entre Clara Campoamor y Victoria Kent. La derechona vuelve con fuerza. Hay incluso quien lo llama fascio, pero eso es desconocer la verdadera naturaleza del mismo. Lo único que me gusta de Vox es José Manuel Soto cantando a las copas.