El sueño heroico de Toledo
Puy du Fou estrenó la noche del viernes su espectáculo El Sueño de Toledo, un recorrido histórico de milenio y medio por la Historia de España y la ciudad. Con un impresionante juego de luz y sonido y ante un escenario que recrea el Tajo, las murallas, los puentes y las puertas de Toledo, el relato arranca con la joven María y el viejo Azacán bajo la luz de las estrellas y el cielo azul de este último verano. Desde los concilios visigodos hasta la actualidad, pasando por los hechos más significativos de nuestro periplo, el espectáculo hiende sus raíces en las glorias y gestas militares de cuantos pasaron por esta tierra. Del Toletum al Tulaytula, de las taifas a Isabel de Castilla, de Lope y Cervantes al Greco. No hay nada significativo que quede fuera, revuelta comunera incluida. Puy du Fou ha triunfado y marcará un hito en la Historia de esta ciudad.
Durante parte del espectáculo, uno tenía la sensación de estar en el Arena de Verona, salvando las distancias obviamente. El escenario levantado da ese aire de piedra y tiempo, magnificencia y solemnidad. Los franceses han sido cuidadosos con los detalles y fantásticos en los efectos especiales. Han contado incluso la Guerra de la Independencia desde la perspectiva hispana sin apenas complejo alguno. Hasta Erwan de la Villeón puso voz a Napoleón Bonaporte a la llegada de sus tropas a España. La fastuosidad de la historia, el atrezzo, los bailarines, el agua, el fuego y hasta el aire mismo puestos todos al servicio de la heroicidad y la leyenda. En efecto, sólo Toledo podía albergar un proyecto como este.
La Historia de la ciudad cambiará a partir de ahora. Puy du Fou ha tenido la valentía y el atrevimiento de salir de Francia y contar lo nuestro sin complejos ni tapujos. Es la única pega que alguien me decía al oído. “Tiene cojones que sean los franceses que vengan a contarnos nuestra Historia y decir quiénes fuimos”. Eso parece, sobre todo si uno lee alguna crónica infame como, por ejemplo, la de El País, que reduce la cuestión a una sucesión de chorros y danzas. Chorro mental el que más de uno tiene por el que sólo se despide el complejo de los tristes. Qué le vamos a hacer si España dominó el mundo durante cierto tiempo y las grandes gestas las hizo la nación. Nuestro país es el único que se tragó como un sable la leyenda negra que otro levantó para desprestigiar y anochecer nuestro poderío. Los británicos consiguieron no ya hundir la Armada Invencible, sino inyectar en suelo patrio el veneno de la duda y el remordimiento. Los Tudor, la del parche y el secretario huido hicieron bien su trabajo.
Puy du Fou es un espectáculo que pretende sobre todo emocionar y buscar el orgullo de nuestros antepasados. Ahora entiendo a Erwan cuando mil veces lo explicó en la radio. Uno sale de allí con el corazón henchido y frotándose los ojos por que un montaje tan soberbio pueda verse en Toledo. Miles, millones de peregrinos vendrán hasta acá para saber de qué trata esto. El boca a boca y la publicidad harán el resto y nadie querrá perderse una epopeya como esta. Lo grandioso es que quien quiera verlo tendrá que venir acá, porque nada parecido existe en el resto de España. Hasta el Papa de Roma debería desplazarse sólo aquí si gustara saciar su curiosidad. Esa es una de las grandezas de Puy du Fou. Su leyenda aumenta, pero el empleo, la riqueza y la prosperidad en Toledo también.
Algunas críticas sobre el relato son admisibles, aunque soy de la opinión que la Historia está en los libros y más aún sus matices. Echar en falta la expulsión de los judíos o la incidencia de la colonización es legítimo, pero escapa a las pretensiones de un espectáculo como este. Sí añadiría al final el abrazo de la Transición, la obra más acabada contemporánea de España que se estudia en otros países y que también es orgullo de nuestro acervo, aunque algunos quieran acabar con ella. No es batalla, sino pacto; pero precisamente por eso sería una gran forma de concluir el relato tras la lucha de hermano contra hermano.
Puy du Fou marcará un antes y un después en la Historia de Toledo. Los franceses han venido a contarla, pero también a cambiarla. Lo mejor es la épica, el trueno, el rayo, el relámpago, la sacudida que provoca en el espectador. Alguien también me dijo antes de comenzar que los atisbos de tormenta que hubo durante la tarde recordaban la amenaza de las fuerzas del mal que intentaron impedir que esto pudiera hacerse en Toledo. Nadie las echó en falta. Las empresas que en ocho meses han levantado el monumento son de aquí. Y la riqueza aquí se quedará, aparte de sus legítimos dueños que para eso lo han hecho. Creo que Puy du Fou llega en el momento oportuno y será un aldabonazo en la propia concepción de los parques temáticos que han existido hasta ahora. En Francia, recibieron varios premios internacionales. Ahora queda completar Toledo y el relato de las glorias patrias. Con cuatro tardes en Puy de Fou, se acababa el procés de un plumazo.