El chándal de Sánchez o el levantamiento del Dos de Mayo
Pedro Sánchez ha dicho en su última homilía que el Dos de Mayo nos podremos levantar del sillón, ponernos el chandalito y dar un paseo. Es la primera salida del confinamiento, como si fuéramos Don Quijote en busca de aventuras. El presidente ha tenido a bien soltar la cancela de a poco, que diría Mota... Y, por supuesto, no hoy, sino mañana y en función de cómo vaya la pandemia. Nunca estarán escritas ni dichas las infinitas gracias que debemos dar el pueblo español a nuestro Amado Líder por su preocupación y desvelo para con nuestro descanso, ejercicio y salud. Solo comparable a la de Papá Pablo pidiendo perdón a los niños. El otro día vi una imagen suya en el supermercado e iba mejor arreglado el guardaespaldas que él. Cosas de la revolución, que me dispongo a mejorar.
Porque, claro, camaradas, era lo que nos faltaba en esta crisis del coronavirus. El chandalito, el chandalito para andar, correr o saltar, siempre por la manzana y si Illa nos lo permite. Imagino que en la próxima sanchina del Dos de Mayo, Pedro saldrá con su chandalito de comandante en jefe a explicar cómo debemos hacer los paseos, el tiempo que deben durar, los saludos que podremos practicar y la compañía que nos permite llevar. Esto es mucho más importante de lo que se cree, pues cuando un Estado viste a su líder con chándal, lejos ya de uniformes militares, es que ha dado un paso irremisible hacia el Nuevo Mañana, el Abrazo de los Pueblos y los Poetas Unidos. Yo ya como que me siento con más ganas de hacer deporte. Antes iba del sofá a la nevera trescientas veces al día y ahora lo sustituiré por un paseo de mascarillas bordado.
El Dos de Mayo de 1808 el pueblo de Madrid se levantó contra el francés. El Dos de Mayo de 2020, el pueblo español se levantará del sillón, prueba indubitable del progreso de los tiempos. Este año no habrá corrida goyesca ni falta que hace. Ya está Goya en las redes con el duelo a garrotazo limpio. Nos vestiremos de blanco y chándal para dar el primer paseíllo de la primavera. Recuerdo que a inicios de año, alguien me envió un calendario del treinta y seis y coincidía exactamente con el de 2020. La analogía es retórica y carece de sentido, pues todos sabemos que las cosas han cambiado. Si Franco o Miaja hubiesen llevado chándal, la guerra no dura ni tres días.