Trescientos mil muertos
Pedro Sánchez juega a la ucronía ya que no lo puede hacer a la resolución o eficacia. En su sanchina del sábado dijo que si no hubiera existido el estado de alarma, España habría tenido trescientos mil muertos. Un frío helador me recorrió el espinazo. Hace ocho meses utilizó otra ucronía, la de no dormir con un vicepresidente de Podemos, y terminó cumpliéndose. La desfachatez de este personaje no tiene límites, como tampoco sus escrúpulos morales. Ha mentido a la cara a sus votantes -Javier Marías dixit- y gobernados -se inventa los datos en las ruedas de prensa como comprobó la CNN-, y continúa haciéndolo sin remedio, con ese carácter psicópata, frío, despótico, de enano emocional que por más que quiere ser empático no puede, porque le falta corazón. La característica esencial del psicópata es su distorsión emocional. Por eso puede decir una cosa y hacer la contraria sin pestañear, como ocurrió en el pacto con Podemos. Manipula la realidad y las personas siempre a su favor y todo lo hará a su interés y conveniencia. Como carece de sentimientos, porque tiene alterado su mapa emocional, puede estar haciendo y diciendo lo mismo si le conviene, aunque la realidad se derruya a sus pies. En su partido lo echaron a golpes y volvió. De Moncloa no lo sacan ni con agua hirviendo. Un psicópata no tiene cura. La única solución es alejarse de él.
Sánchez pide ahora un mes de estado de alarma para tapar sus vergüenzas e incompetencia. Es el responsable de la peor gestión de la pandemia, que se dice pronto, en el mundo, solo por detrás de Bélgica. Los datos relativos, que son los que hay que analizar, así lo dicen. El Psoe, sus militantes, confiaron ciegamente en él ante los intereses oscuros de no sé qué aparato. Aquí está el aparato. El país secuestrado en sus intereses, mercadeando con los grupos que quieren destruir España. Espero que Ciudadanos no ceda en la prórroga del mes. El estado de alarma es un mecanismo constitucional de excepción, no habitual. Si al señorito le molesta negociar cada quince días, a los españoles nos jode estar confinados dos meses por su mala gestión. Como dice Ayuso, lo de Núñez de Balboa será una broma cuando todo esto pase.
El Psoe ha sido secuestrado por la verdadera plaga del siglo XXI, el populismo. La del XX fue el comunismo y Anguita, un hombre honesto, murió el sábado. Él dijo que era preferible votar a un señor de derechas honrado que a otro corrupto con la hoz y el martillo. También falleció Genovés el viernes, el abrazo de la Transición, esa misma que la polarización a la que ha llevado el populismo de izquierdas español ha demonizado, cuando se trata de la obra política más y mejor acabada de nuestra Historia contemporánea. El Psoe tiene ciento cuarenta años de existencia y páginas buenas, horribles y regulares. La más negra es su alianza con la revolución y el obrerismo gracias a un siniestro personaje llamado Largo Caballero. Aquello acabó en guerra civil, una guerra que buscó y propició la propia izquierda pensando en ganarla. Pero que acabó perdiendo gracias a la pericia y determinación de cuatro generales y una España que no se resignaba a caer en manos del comunismo y el hambre. El golpe fue de Franco, pero tanto Prieto como Largo buscaban la asonada para acabar y decapitar a la derecha. En parte lo intentaron con Calvo Sotelo y Gil Robles. La izquierda siempre resulta como la dama ofendida decimonónica. Provoca, suscita, sugiere el enredo para decir luego que todo fue un malentendido.
Sánchez se echó en manos del populismo porque no lo pudo hacer con el centrismo de Ciudadanos. Vio entonces que para ganar le hacía falta Vox y lo creó, como antes había hecho el PP con Podemos. Le da igual ocho que ochenta. Lo único que no le da igual es su ansia infinita de poder, narcisismo y engreimiento. Nos esperan tres años de tortura china y no por la pandemia de Oriente. Pero también tengo claro que su derrota está próxima. El sábado en Madrid ya se escuchaba el Libre de Nino Bravo y una bandera gigante de Sánchez donde se leía “haz que pase”. Sánchez caerá como Susana Díaz, en pleno procés catalán, por la reacción de la nación española. Y es que, por más que se enrede el Psoe, se haga trampas al solitario o llegue al trampantojo federal, España existe y la soportan, mantienen y sostienen los españoles. Como Castilla siempre lo hizo, que aguantó el peso del imperio y las refriegas intestinas. Y es que por mucho manual de resistencia, nadie puede con el sustrato de una nación que se resiste a que la maltraten y se rían de ella.