Iván y el arte de lo invisible
He leído con atención el reportaje que ha dedicado El País a IvánRedondo, el hombre fuerte del presidente. Lleva el diario de Prisa un par dedomingos soberbios, con los perfiles de Redondo y Simón, el doctor Bacterio alomos de una moto. Lo bueno de estar cerca del poder es acercarte a él yretratarlo. En esto, coincido con la estrategia de Ciudadanos, Pedro Jota y elmismo diario El País. Hay que aprovechar la proximidad con los que mandanpara sacar información y, en la medida de lo posible, contrarrestarlos enaquellas cosas que se equivocan. Los toros hay que lidiarlos, arrimarse a ellos ydarles a cada uno la faena que piden. Puede ser que te embistan y empitonen,pero el currículum de un periodista lo forman las cornadas que encriptan elmapa de tu pluma o micrófono. Qué le vamos a hacer; salimos raros, pero hayque querernos como somos.
Por eso, no desdeño en absoluto los perfiles que tanto de Simón comode Redondo han hecho los compañeros de El País. Ambos además me hanservido para sendos artículos, algo que solo por eso tienen ya ganada migratitud eterna. Redondo se presenta como un asesor más, a medio camino -según el propio diario- entre la propaganda y la publicidad. Ha servido al PP yahora lo hace a Sánchez, que no al Psoe. En esto podría considerarse unmercenario al uso. Sucede, en cambio, que el mercenario también tiene suliteratura; es más, puede que no haya quien le cante, pero sin él la victoriaestá lejana. Monago lo contrató y Sánchez se cruzó en su camino. Es quien máscerca está del presidente y quien más influencia tiene. Ve las cosas antes deque sucedan, como la moción de censura con que Pedro ganó el gobierno, y yasolo por eso merece un cuidado y respeto que se ha ganado a pulso. Nunca unvalido tanto poder tuvo en democracia, dicen los que de esto saben. Olivareses un primo a caballo al lado de Redondo y su mochila. Pocholo le tiene envidia.Lo que más me ha interesado del artículo es la definición que Ivánhace de la política, el arte de lo invisible. Joder, tantas veces diciendo yo quees el arte de lo posible y ahora resulta que no. Paro la lectura, lo pienso y tienerazón. En estos tiempos frenéticos, lo importante es que no se note. Queparezca un accidente, diría un mafioso. Pero no van por ahí los tiros. Loimportante es que el pueblo no se dé cuenta de los mecanismos de poder. Sisomos periodistas críticos, advertiríamos que se trata de manipulación yengaño. Si somos más condescendientes, hablaríamos de táctica, márketing y estrategia. Si somos serviles, directamente de talento y admiración. En lasabia mezcla de las tres, está la respuesta.
Redondo tiene menos de cuarenta años y ha hecho de Pedro Sánchez,un tío guapo pero dubitativo, presidente del Gobierno. Engrandece susvirtudes y achica sus defectos. Lo recubre de besos y aplausos y lo protege depalos y críticas. Supo ver en él su talante frío y distante y lo convirtió en unMaquiavelo sin escrúpulos de la política. Dicho de otra forma, un hombre deEstado. Sucede, en cambio, que el Coronavirus marca un tiempo difícil yverdadero, en el que la enfermedad desnuda cualquier tipo de artificio. Lacrisis económica hará caer los ropajes con los que la corte de Tezanos yRedondo han recubierto a Pedro. Pero la baza con que cuentan es la falta deprincipios. Por eso, Esquerra ya se siente con ataque de cuernos y queridaabandonada, y Ciudadanos, señora de gobierno y mando imprescindible. Lopróximo que me compraré será una mochila negra como la suya para guardarartículos como este en plan salvoconducto.