El paraguas rojo que Pedro Sánchez llevaba el otro día en Cantabria se dio la vuelta inesperadamente debido a las fuertes rachas de viento. Nunca había visto una metáfora tan real en menos tiempo. El paraguas rojo que Sánchez ha cogido para la Moncloa, con Pablo Iglesias junto a Otegi y Junqueras, se le dará la vuelta sin previo aviso. Los ingenuos socialistas creen que el presidente podrá desembarazarse de ellos cuando haya aprobado los presupuestos, pero no cuentan con que van a lomos de un tigre. Para ser exactos, tres tigres. Tres tristes tigres. Un tigre que quiere la revolución y que ha aprovechado el vendaval de la pandemia para meterse en las tripas del estado. De ahí a darse la vuelta las varillas, solo depende del tiempo y la oportunidad.
Sánchez no sabrá cerrar el paraguas como el otro día en Cantabria y quedará retratado como el inútil que permitió en España la revolución caraqueña a cambio de unos meses en Moncloa. Iglesias lo tiene claro y lo dijo el sábado. El PP está fuera de la democracia tanto como dentro de ella se encuentran ahora mismo el golpismo y el terrorismo. Hemos catalanizado la política española y ya no puede hablarse de ella si no es a gritos o insultos. Los que callaban hasta ahora han estallado, viendo cómo el marqués de Galapagar se ha hecho rico y ellos cierran los bares. Cabalgando contradicciones, Moñoman ha llegado al tuétano del Estado y ha decidido, como buen marxista, acabar con él para refundar uno nuevo. Y lo hará con quienes dejaron el paraguas de José Luis López de la Calle abierto y bocabajo, al lado de una bolsa de periódicos.
La única cuestión ahora es saber cuánto tiempo tardará Pablo Iglesias en hacerse rico a costa de empobrecernos a los demás. Las paguitas y las subvenciones ya han comenzado. Venezuela era el país más rico del mundo y jamás pensó que fuera a la pobreza y miseria más absoluta. A lomos de la corrupción de Carlos Andrés Pérez, se alzó un régimen salvador que está matando de hambre a sus hijos. Podemos se crió allá y cobró por ello. Lo mismo pretende hacer en España y, como dice Jiménez Losantos, dudo mucho de que en nuestro país puedan celebrarse nuevamente elecciones democráticas limpias. El Moños quiere blindarse desde la Guardia Civil a la cuenta corriente.
Un paraguas abierto y descolocado da un imagen hilarante de quien lo lleva. Sánchez es ya una Mary Poppins sin brillo y quemada como el deshollinador. Pedro Jota ha recordado en su homilía dominical que a todo proceso revolucionario le sigue una reacción conservadora, basada en la supervivencia. A la Revolución Francesa, le vino Napoelón por el exceso de la guillotina. No tengo ninguna duda de que a Coleta Morada le pasará lo mismo. Mientras Kerensky intenta cerrar el paraguas.