Hay que reconocerles a Pedro Sánchez e Iván Redondo que son excelentes estrategas y que las elecciones en Cataluña las han ganado ellos. Poco importa que gobierne Illa o Esquerra, quién quede primero o segundo; es más, poco importa con quién pacte la Esquerra al final del conteo.
Falta el voto por correo y ese favorecerá a Illa seguramente. Puigdemont parece rezagado, aunque darlo por muerto sería de ilusos. La derecha se ha despeñado y Vox ha llegado como un huracán, recogiendo los escombros de Ciudadanos y la tibieza del PP. Esto, llevado al escenario nacional, es Jauja para Sánchez y Redondo.
La polarización ha dinamitado a la derecha y al primer partido de la oposición. Autopista ancha para el presidente del Gobierno, aunque el mecanismo puesto en marcha con Vox puede volvérsele en contra a la larga, igual que le pasó a Rajoy con Podemos. Ha habido sorpasso porque el votante de la derecha y no independentista es mucho más práctico que el de la izquierda. Le da igual uno u otro; lo que quiere es un discurso claro y valora el mejor dique de contención frente a la pandemia nacionalista.
Sánchez se sale con la suya, porque Esquerra se entenderá con él, aunque haya dicho lo contrario en campaña. No habrá cordón sanitario ni nada parecido. Incumplir una promesa ya se ha visto que no trae consecuencias en según qué casos. Y ahora mismo para Esquerra es mucho más goloso arrinconar a Puigdemont y sacarlo del tablero. En cuanto dejen de cobrar de la administración, las cosas cambiarán para el normando. Los republicanos buscarán el referéndum pactado, aunque no sea de independencia. Porque el debate en Cataluña, visto el fracaso unilateral, ya va por el posibilismo y los indultos; la independencia no se consigue con el cincuenta por ciento. Podrían incluso pactar con los Comunes y buscar la abstención del PSC en segunda vuelta.
Illa ha ganado las elecciones pero no gobernará. La jugada me recuerda un poco a la que hizo en su día González con el PNV de Ardanza, sacrificando a Txiqui Benegas. Al fin y al cabo, Illa es filósofo y ha gestionado una pandemia. Sabe que el estoicismo da réditos y es práctico desde el punto de vista personal. Salvador se sabe pieza de Pedro y no hará nada que pueda contrariarle o enturbiarle en su camino. La duda es si Illa resulta más práctico en el gobierno de la Esquerra o en la oposición. Quizá lo primero sea todavía demasiado aventurado, pero no descartable. En cualquier caso, ambas opciones serán pactadas. Queda por resolver el papel de Iglesias, que seguro apuesta por estar en los dos gobiernos y encima llevarse a la niñera.
Cataluña es el gran problema de España de los últimos tiempos. Un amigo me decía hace poco que es el furúnculo que no se ha sabido extirpar. Hubo una ocasión con el 155, pero Rajoy no se atrevió y Pedro se desentendió. Ortega ya dijo en el 32 que Cataluña y España debían conllevarse, porque el problema era irresoluble. El nacionalismo es el peor virus posible, contra el que no valen siquiera los EPIs. El resultado de anoche da para ir tirando otro ratito, entre la próxima estrategia de Iván y el siguiente leñazo de Casado.