Lo ocurrido esta semana en el Congreso me recuerda inevitablemente a mi admirado Carandell. Un catalán como pocos que describió muy bien el carácter español y esa peculiar idiosincrasia que arrastramos por los siglos. Hay otros que han echado mano de Valle Inclán y su Ruedo Ibérico. Sin duda, también podía pasar como esperpento, igual que Max Estrella en la comisaría de su amigo, cuando este sale subiéndose la bragueta en inmortal escena protagonizada para el cine por Paco Rabal y Fernán Gómez.

Lo mejor de todo esto ha sido la propia aprobación de la reforma laboral, en tanto que viene suscrita por empresarios y sindicatos. Lo peor, sin duda, que a todos se les ha visto el plumero, comenzando por la presidenta del Congreso, siguiendo por los navarricos, Manolito dale al botoncito y Pedro, al que comenzaremos a llamar ya como Penélope a Almodóvar. La derecha se crucifica a sí misma y se resigna a la frustración, mientras que la izquierda gana la batalla pero abona el asqueo a la política y el populismo. Luego se abren las urnas y nos llevamos sorpresas.

Nadie como Sánchez para sacar la ley más importante de esta manera. Tiene una flor en el culo o baraka, como decían los generalotes de África. Y si no, la busca. Va a aguantar hasta el 24, en un claro convencimiento de que los hechos y el tiempo juegan a su favor. Se cumple en España la máxima de Andreotti en los ochenta… Si el poder desgasta al gobierno, a la oposición ni te cuento… Solo tuvo el percance de Madrid hace unos meses, la primavera de Ayuso, pero los tanques de Teodoro y Casado ya se encargaron de aplastarla. Ahora ha salido el cabo chusquero extremeño a rematar la faena. Es el nuevo choricero de la política española. Casero remeda a Godoy y en lugar de flirtear con la reina, se caga por la pata abajo en el peor momento. Vaya tropa, Romanones dixit.

Batet ha actuado como se presuponía, a beneficio de parte. Si el diputado no puede equivocarse al votar, ella sí puede hacerlo y rectificar al dar el resultado de la votación. La ley del embudo del que manda. Los modos de Rottenmeier ya tienen continuación en los rizos de Batet. Es la voz de su amo, servil, cáustica y sin cintura. Ni un guionista de Netflix hubiera ideado la situación del otro día. Imagino a Casero dando golpes en la puerta para poder entrar con el papel higiénico en el culo, la otra diciendo que no estamos y los leones partiéndose las bolas. Aquí lo importante es ganar el partido, aunque sea de penalty injusto y con la mano.

Los dos navarricos destaparon la miseria en que ha quedado convertida la política española. Sayas y Adanero escribieron ellos solos un discurso sin abrir la boca, retratando a su cúpula, mientras hacía cópula con los socialistas. El Psoe se ha convertido en agencia de colocación y reparto de favores. Le salva la cara al alcalde de Pamplona a cambio de los votos en el Parlamento. Pues ni lo uno ni lo otro, porque todos han quedado retratados. Hasta Adriana, que tiembla mi boca de nuevo al pronunciar tu nombre, Lastra de cuello blanco y lengua bífida.

Los únicos que ganan con este pollo son los de Vox, de igual forma que los que pierden son Ciudadanos, aunque sean los más coherentes. Ojalá y Arrimadas pueda salvar alguno de los carros que el Faraón Rivera precipitó en las aguas del Mar Rojo. El domingo hay votaciones en Castilla y León. Sostuve desde el principio que no eran necesarias y el PP pagará por ello. Ni las macrogranjas del obstinado Garzón les valdrán de coartada. Al final, como recogía Carandell en sus crónicas parlamentarias, me solidarizo con ese diputado del gallinero, que entre bostezos gritó: “¡Esa puerta!”. Al menos, nos salía más barato.