Hay un rapero suelto, de nombre Quevedo, quien ha perpetrado la canción del verano, con permiso de Rosalía. El tema se llama Quédate y suena a cualquier hora por todas partes, igual que si llegara el valle de Josafat, como si los justos tuviesen que pagar por los pecadores, de la misma manera que si el Bosco se hubiera abierto las venas en el Museo del Prado. El chico parece majo, como ahora se dice, aunque la gorra despista. Yo, si no es de la Rural, no me pongo ninguna; si acaso, un sombrero de paja para combatir el sol por si acabamos en mitad de la era. Recién acabo de llegar de la Feria de Albacete y me encuentro ya a toda la clase política en campaña electoral. En solo cinco días, han pasado por Castilla-La Mancha más ministros y presidentes que en cinco siglos anteriores. Así es la vida, qué se le va a hacer… Nos jugamos el puesto dentro de nueve meses y, como en los embarazos, al menos que el chico salga rollizo y sano.
Pedro Sánchez estuvo el jueves en Toledo y le pitaron aunque pusieran policía desde el Alcázar hasta Bisagra. Los cordones de Pedro aumentan conforme se alarga su mandato, pero los socialistas salvaron la cara. Emiliano se dio un baño de multitudes en los toros de Albacete y, aunque trague sapos con Amado Líder entre Toledo y Zaragoza, confía en su destreza, inteligencia y sabiduría para conjurar la situación. No se arredra, no se calla y aunque siempre queda quien dice que solo pía, el canto de ese canario jode más que un pedrisco de septiembre a la vendimia. Quédate, Emiliano, que la noche sin ti duele.
Y Núñez tampoco va a la zaga. Le ha cogido el pulso a la cuestión y aunque sabe que es complicadísimo, lo va a intentar de todas las maneras posibles. Sabe que la ola va a favor, como demostró el paseo que el sábado por la tarde hizo con Feijóo en Toledo. O dos días antes en Albacete. Están los políticos que me los quitan de las manos, señora, me los quitan de las manos. La tómbola de Cáritas en la Feria, raro es que no hubiese sorteado alguno. El gallego vino a Toledo para mostrar poderío. Mandó a Cuca a Barcelona, en una manera de estar y no estar al mismo tiempo. A Noé le van a hablar del diluvio. Me cuentan que la Interparlamentaria fue un éxito, aunque ahora cada uno deberá bregar en su territorio. Núñez, quédate, que sin ti la noche duele.
Quevedo es el mayor lírico de la literatura española, a medio camino entre el sarcasmo y la rosa. Se retiró a la Torre de Juan Abad, donde todavía se guarda el sitio en el que escuchaba Misa, mientras sentía el órgano con el que temblaba la iglesia. Igual que Morante, que fue a Albacete y tembló el Misterio. Pero eso es otra cosa. Porque el triunfador de la Feria será nuevamente Sergio Serrano, un torero de altura, un gladiador de los tiempos modernos. Albacete tiene torero para retirarse y mostrar su orgullo a España. Un torero que da discursos en el ruedo y fuera de él. El otro día con Victorino proclamó una soflama y elegía al mismo tiempo. Sergio Serrano, persona de otro tiempo, presidente del Gobierno por valiente, sincero y rehuir el engaño. Es lo que falta, líderes que vayan a portagayola, aunque el toro los revuelva. Que se quemen como una falla, en pro de su pueblo. Pero siempre estará el ninot de Tezanos que arderá en la llama de la burla y el chasco de la chufla. Es lo que tienen los sociólogos marxistas. Confunden la ciencia con la propaganda. Igual que los articulistas.
Moriré con Quevedo entre los labios, si algún día piden opinión o consejo. Él, Larra, Valle, Lorca, Larra y Umbral cierran la literatura. Y algunos más, ciertamente. Pero quien glosó como nadie las miserias de un imperio con pies de barro irá siempre en el frontispicio de España. Que la izquierda y la derecha lean a Quevedo, que se quedarán de piedra. Y los jóvenes que vienen ahora y solo conocen al rapero, aprovechen la gloriosa coincidencia. Que nadie les venda cieno ni gloria y levanten la cabeza para decir tranquilamente aquello de “miré los muros de la patria mía…”. Pero hay que leer, España. Quédate, que sin ti la noche duele.