Esto se ha dicho en la Biblioteca
A finales del mes de enero se celebró en la Biblioteca de Castilla-La Mancha una reunión a la que asistieron diez personas que pudieran aportar sugerencias sobre una propuesta: ¿Cómo sería el casco histórico de Toledo dentro de cien años? No se trataba de ensayar profecías, ni de hacer quinielas sobre lo que realmente pudiera suceder. ¡Es tan imprevisible el futuro! El objetivo era otro. Reflexionar, sobre la base de un tiempo distopico, cómo debiera irse transformando el centro histórico para que en ese futuro inabarcable no fuera un contenedor, artístico, impresionante, pero vacío de habitantes. Para que no sea un conjunto histórico Patrimonio de la Humanidad sin vida. Los organismos que mueren resultan muy difíciles de recuperar. Y nosotros de ese género de muertes alguna muestra tenemos: en Toledo llevamos años viviendo una experiencia trágica: el deterioro imparable del Tajo.
La idea de la reunión consistía en organizar un ciclo de conferencias en los que, con motivo de la celebración de 30 años de declaración de Toledo como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, se aportaran propuestas e iniciativas para que, en el horizonte de cien años, el centro histórico pueda ofertar a una población suficiente una mejor o similar a la de cualquier otra barrio bien dotado de servicios variados. Tras la primera reunión se realizó una segunda en la que se seleccionaron algunos de los aspectos que se podrían desarrollar, ni la mínima parte de los que se pueden tratar. Nacía así un ciclo de cinco intervenciones con el titulo de “Toledo en cien años”. La secuencia fue la siguiente: la larga y difícil historia del centro histórico (Fernando Martínez Gil); propuestas para mejorar el casco histórico (Tomás Marín Rubio); el paisaje y el río como elementos estructurales de relación del centro histórico y sus diversos barrios (Antonio Zárate); se incorporó una conferencia sobre las posibilidades de las nuevas tecnologías para mejorar las condiciones de habitabilidad del centro (Plataforma Apertum digital). El ciclo finalizaría con la intervención de José Ramón de la Cal, que trató sobre las posibilidades de vivir en una ciudad integrada e integradora.
Fueron muchas y diversas las propuestas. Enunciamos las más significativas por su transversalidad y su capacidad transformadora. Nunca ha existido un proyecto de ciudad mantenido y con una idea de continuidad, fue la primera gran idea motriz. Por esta razón se ha ido configurando el modelo de “ciudad dispersa” actual o “ciudad archipiélago”, a la que incorporar el crecimiento en los pueblos limítrofes. La tercera conclusión es que el centro histórico carece de razón de ser sin el paisaje que lo explica en la Historia y en el presente ofrece al visitante una ciudad como un espacio inigualable. El paisaje sería el elemento estructurador del centro con el resto de los barrios, al contrario de lo que se ha mantenido en los últimos tiempos. Colmatar los espacios vacíos como se ha pretendido en los años pasados convierte a Toledo en menos singular y se estimula la especulación. Las ciudades no se vertebran con el ladrillo, sino sobre un conjunto de valores y vivencias cívicas y colectivas que deben ser construidas y compartidas por todos. Y el protagonista esencial, tanto del paisaje como del centro histórico y los barrios, es el rio Tajo: el padre Tajo del Renacimiento, un río en una situación bien distinta a la actual. Habría que recuperar el antiguo río para así estructurar de verdad la ciudad en su conjunto disperso. Volver a ese tiempo, cuando el agua era limpia, cuando la gente se bañaba en sus riberas, cuando se pescaban carpas, lucios o anguilas que en muchos caso terminaban en los bares de los barrios como tapa exquisita.
Si el trasvase del Tajo al Segura fue considerado como asunto de Estado, igual tratamiento debiera aplicarse a su recuperación. No es una cuestión local, ni siquiera es un asunto de roce o fricción entre territorios. Debe ser el gran proyecto del Estado, con independencia del partido que gobierne. El tratamiento presente conduce a prolongar indefinidamente una situación del río que solo aporta suciedad al cauce y abandono del valor medioambiental y social de quien por la acción de su impulso geológico fue el artice principal del Toledo histórico. Él aportó vida y prosperidad a romanos, visigodos, árabes y después a los conquistadores. A Toledo se desplazó tal vez el más brillante ingeniero de la época, Juanelo Turriano, para diseñar unos mecanismos que subiera el agua hasta la ciudad. “Artificio” se llamaría después a una de las obras matemáticas y físicas más importante de la época. No entender el río con esa dimensión es condenar a la ciudad con todos su barrios, incluido el centro histórico, a la irrelevancia en el presente y en el futuro. ¿Quién querrá vivir rodeado de una cloaca, ya en ocasiones, pestilente?
La Biblioteca de Castilla-La Mancha y la Asociación de Amigos de esta Biblioteca creemos haber realizado un servicio a esta ciudad desde un punto de vista esencial: intentar fomentar un debate público y conseguir impulsar una corriente de opinión favorable a construir una reflexión sobre nuestra ciudad, esencialmente sobre el casco histórico, que permita seguir avanzando. Esto ha sido posible fundamentalmente gracias a los profesionales participantes (historiadores, arquitectos, geógrafos, especialistas en nuevas tecnologías…) y también a los ciudadanos que de forma importante han participado en el ciclo. Otra idea desde la que hemos trabajado es la necesidad de que la sociedad civil, bien individualmente o a través de colectivos e instituciones vecinales, socioculturales, científicas y educativas, participe de una forma activa en la construcción de la ciudad: la democracia no puede limitarse a depositar un voto en la urna cada cuatro años; y los políticos representan a los ciudadanos en las instituciones pero no les sustituyen. Por cierto, que el ciclo no ha conseguido uno de nuestros objetivos: que quienes tienen responsabilidades políticas en las instituciones se interesasen por unas conferencias en las que podrían haber captado puntos de vista e iniciativas realmente interesantes y además posibles. Salvo alguna honrosa excepción los políticos municipales no estuvieron esta vez en la Biblioteca. Y otra cuestión: en las cinco intervenciones vimos claro que no todo depende del dinero sino de una voluntad de analizar y tomar decisiones que permitan ir abordando problemas que en muchos casos se vienen manteniendo desde el inicio de la transición política.
Necesitamos que el Ayuntamiento de la Ciudad y las instituciones y administraciones implicadas en la vida y el desarrollo de Toledo crean que un cambio es posible. Cuando se comiencen a diseñar y publicitar medidas que favorezcan la venida de ciudadanos al casco histórico o se discutan iniciativas que favorezcan que haya personas y familias que entiendan que vivir en el casco es un sueño posible, habremos empezado a poner peldaños para construir el Toledo que se irá transformando sin perder sus características patrimoniales más significativas.
Pero quienes piensan que los problemas que tenemos en esta ciudad son irresolubles deberían dedicarse a otros menesteres. Soñar retos es empezar a convertirlos en realidad. Toledo necesita análisis y desarrollo de modelos de urbanismo, de cultura, de uso de las tecnologías… Pero hay, desde nuestro punto de vista, una condición: se necesita que sean soñadores, dispuestos a transformar una ciudad que a todos nos apasiona pero sobre la que demasiadas veces dejamos las actuaciones para el futuro. Se han dicho muchas cosas en la Biblioteca de Castilla-La Mancha: pero hay que seguir.
Jesús Fuentes Lázaro y Juan Sánchez Sánchez, presidente de la Asociación de Amigos de la Biblioteca y director de la Biblioteca de Castilla-La Mancha, respectivamente