'Celebremos la Constitución', artículo de la alcaldesa de Toledo Milagros Tolón
Conmemoramos el 39 aniversario de la Constitución española de 1978, la primera Constitución pactada, que no ha sido impuesta al país por la razón de la fuerza de un grupo dominante, sino por la fuerza de la razón que impuso el diálogo y el consenso de las principales fuerzas parlamentarias.
Esta es la Constitución, nacida del acuerdo entre los españoles de todo signo, que consagra los principios que se habían anhelado y por los que se había trabajado y luchado en los largos años de tiempos difíciles. Estos principios tienen que ver esencialmente con las libertades públicas, con la solidaridad entre territorios y entre personas, con el reconocimiento de la dignidad y el valor de la unidad de España y el respeto a las diferencias de su territorio.
Celebramos una Constitución que ha funcionado bien en lo esencial y a la que debemos el período continuado más largo y profundo de libertad y progreso de la historia de España.
Celebramos el ser, a la vez, protagonistas y responsables, porque la Constitución nos dio la posibilidad de desarrollar la participación de todos y todas en la vida pública, política, económica y social de España; y la celebramos porque apostamos por una ciudadanía plena, movilizada y consciente, que sabe que su fortaleza se encuentra en el respeto a la diversidad.
En ese punto de responsabilidad y participación, los municipios, cuya autonomía para la gestión de sus intereses se consagra en el título VIII, hemos ido haciendo camino al andar, desde la cercanía a las personas, buscando su bienestar, y debemos avanzar aún más en el desarrollo constitucional de esa autonomía. Estoy convencida de que es ahí, en el contacto del día a día con la realidad de la gente de nuestros pueblos y ciudades, donde se garantiza una mejor gestión con la que promover el progreso de la cultura y de la economía para asegurar a todos una digna calidad de vida.
Merece la pena que celebremos no sólo los logros alcanzados durante estos treinta y nueve años, sino también las actitudes positivas que marcaron el inicio de esta etapa, que siguen siendo hoy un modelo de conducta democrática, de responsabilidad política y de compromiso ético. Igualmente, es conveniente que recordemos la altura de miras de nuestro pueblo, que supo ver el diálogo como el procedimiento más adecuado de la democracia.
Vivimos nuevos tiempos de progreso, surgen nuevos derechos que es preciso reconocer, somos flexibles, sabemos llegar a acuerdos para convivir y respetarnos. Por ello, quizá sea el momento para tomar algunas decisiones constitucionales que nos sigan amparando y nos ayuden a mantener este estado de sosiego creativo que ha producido la Constitución del 78.
Celebremos la Constitución, tanto con el corazón como con la cabeza, hagamos patentes sus valores y principios y afrontemos con renovado entusiasmo nuestro empeño por establecer una sociedad democrática avanzada de personas libres e iguales, respetuosas y tolerantes, que saben convivir. Y, en fin, celebremos la Constitución, manifestando nuestra lealtad a la misma como expresión de nuestra confianza en su espíritu y con el convencimiento de que es el río de aguas limpias, el río que nos lleva a construir un gran país con el entusiasmo, la energía y la constancia de un pueblo que cree en la consistencia de su presente y ve con esperanza su futuro.