Tantos Gestipack como mujeres
Las mujeres llenando las calles el pasado 8 de marzo hemos reclamado justicia e igualdad: justicia ante denuncias, abusos, maltratos y muertes; e igualdad, pero igualdad real, esa que la que la legislación española recoge pero que la terca realidad se empeña en no aplicar para las mujeres entre otros en el ámbito laboral.
Denunciamos que la precariedad tiene nombre de mujer y que las cifras de paro femenino superan las de paro masculino (por ejemplo en Castilla-La Mancha por encima del 27%), que cobramos menos que los hombres, que ocupamos menos puestos de responsabilidad, que se nos omite en el lenguaje, que se nos asesina por ser mujeres.
Las mujeres, además por el hecho de serlo, cargamos sobre nuestra vida con una peor calidad laboral, unos contratos de menos horas, que muy frecuentemente son a tiempo parcial y que nos hacen percibir un menor salario y nos muestran más vulnerables a los despidos arbitrarios.
Así ha sucedido este mes de junio, cuando se va hacer efectiva la amenaza de los propietarios de la empresa Gestipack, empresa que está subcontratada por la multinacional alemana de logística DHL y dedicada al manipulado de mercancías en el centro de la multinacional logística en Ontígola, para ejecutar en expediente de regulación de empleo extintivo a las trabajadoras que aún quedan trabajando en le empresa, después de diferentes despidos efectuados en periodos de tiempo anteriores.
La larga trayectoria de precariedad, temporalidad y brecha salarial que sucedía en dicha empresa, llega a colofón con el despido efectuado por los dueños de Gestipack, cuando las trabajadoras deciden que tras más de veinte años, algunas de ellas, quieren equiparar el salario y las horas por convenio al de la empresa DHL y donde muchas veces han trabajado por orden de sus jefes, y al de los dos trabajadores hombres de Gestipack, quienes, por supuesto, cobran por encima que sus más de 60 compañeras.
La empresa, consciente de la situación de sus trabajadoras, no contenta con el despido de toda la plantilla, decide que a día 12 de Junio, no es momento de abonar el salario pertinente del mes pasado, sumándose a estas prácticas, el método de pagar el salario en varias tandas durante el mes, o cambiar horarios en función de las horas extras.
Las trabajadoras, demasiado tiempo han estado intentando negociar el avituallamiento de ropa de abrigo para el invierno, o refrigeración de las naves en verano, así como intentar que su rutina laboral pudiera regularizarse.
La situación laboral empeora para estas mujeres a raíz de la sanción impuesta por la inspección de Trabajo debida a la demanda presentada por el comité de empresa reclamando el cumplimiento del convenio colectivo en materia salarial. No solo tienen que hacer frente a la discriminación salarial sino a las consecuencias que supone que la empresa que contrata, DHL, multinacional alemana mira para otro lado y decide resolver con la subcontrata a pesar de que las trabajadoras de Gestipack comparten instalaciones con las de DHL.
La empresa alemana, por su parte, decide no hacerse cargo de las trabajadoras despedidas y ha optado por cambiar de subcontrata sin subrogación de las trabajadoras. Así pues, estas quedan en la calle, sin salario, sin trabajo y sin ninguna garantía.
La reprobable y mezquina actitud de esta y otras empresas con similares prácticas son síntoma del estado en que se encuentran las relaciones laborales tras las reformas que hemos sufrido la clase trabajadora en nuestro país, son síntoma de la discriminación salarial y la intención de disciplinar a las mujeres para que no reclamen sus derechos, para que no levanten la voz, para que no se atrevan a medir sus fuerzas con las corporaciones y si lo hacen que sepan que se exponen al despido, o a la expulsión del país tal y como les ha sucedido a las temporeras de la recogida de frutos rojos en Huelva.
Cuando las temporeras se han atrevido a denunciar se ha desencadenado una caravana de devolución a los países de origen de forma apresurada. Y es que de las 17.000 mujeres que trabajan todos los años en los campos recolectando frutos, algunas denuncian incumplimiento de las condiciones laborales o haber sido sometidas a abusos sexuales a pesar de las amenazas de no volver para trabajar o haber sido recluidas en los campos para que no hablaran con sindicatos o prensa. Son mujeres en situación de vulnerabilidad, en muchos casos divorciadas, con cargas familiares y que desconocen el idioma que aceptan un trabajo y viven dentro de las fincas lo que las conduce a depender de la voluntad de los capataces. Discriminadas laboral y socialmente se encuentran en la encrucijada de aceptar las condiciones o perder el trabajo e incluso ser deportadas.
Otro ejemplo reciente de la discriminación laboral y salarial que sufren las mujeres en nuestro país, además de la brecha de género y que se relaciona directamente con la negativa de los gobiernos hasta el momento de reconocer como prioridad de las agendas políticas la erradicación de la violencia machista, es el caso de las trabajadoras del teléfono 016 que atiende a víctimas de violencia de género y su entorno.
Recientemente las trabajadoras han denunciado que el servicio corría peligro por el cambio de empresa subcontratada y el limbo laboral al que quedaban sometidas si no eran subrogadas a la nueva empresa. Estas profesionales ya Habían denunciado anteriormente, despidos por estar embarazadas o en situación de reducción de jornada, sometidas a condiciones laborales no aceptables como reducción del tiempo de descanso o ir al baño. Contaban con una situación precaria propia de las peores empresas de telemarketig desreguladas. Nuevamente la plantilla estaba formada por mujeres reforzando la idea de peores condiciones, salarios y precariedad laboral en el mercado de trabajo consentidas y avaladas por unas leyes laborales regresivas para las relaciones laborales.
Legislación laboral fruto de reformas que han hecho que el despido sea más fácil y barato, que se puedan ejecutar Expedientes de Regulación de Empleo sin ninguna autorización previa o que el empresario pueda cambiar el horario, la jornada, modificar los turnos e incluso las retribuciones con la única justificación de previsiones económicas negativas, desentendiéndose por completo de la problemática laboral que causan con sus decisiones.
Y la realidad más dura de la discriminación laboral es la de las mujeres, que siguen siendo las grandes perjudicadas por un mercado laboral que las precariza y penaliza con excesiva dureza y lo hace desde el enfoque salarial y desde la facilidad de los despidos, ya que una trabajadora que cobre un salario miserable, es más barata de despedir y se convierte en un incentivo para la empresa poder hacerlo porque con total seguridad tendrá apenas consecuencia. Donde sí tendrá consecuencias será en la supervivencia de las mujeres sometidas a la explotación, a la precariedad y unos ingresos mermados que tendrán consecuencia directa en la supervivencia inmediata, pero también en las pensiones futuras que probablemente no percibirán o lo harán de forma escasa.
Nuestra sociedad necesita que recuperemos el papel social y sindical de la clase obrera, con las mujeres a la cabeza y en primera línea; removiendo conciencias, movilizando a las bases de mujeres que están sufriendo la embestida de este liberalismo salvaje que soporta sobre los hombros de las trabajadoras la mentira de la conciliación, la farsa de la equidad en el acceso a los puestos directivos, la trampa de la igualdad salarial basada en los contratos a tiempo parcial y en resumen un sometimiento laboral donde los derechos colectivos conquistados con anterioridad se pierden en las negociaciones individuales que tanto daño hacen a las trabajadoras y tanto favorecen a los dueños del capital.
Atendiendo a las cifras de despidos de mujeres, brechas salariales, temporalidad y un larguísimo etcétera, deducimos la importancia de la formación en las empresas y la formación sindical. No es posible el cambio de actitudes del empresariado, sin un cambio de mentalidad en la sociedad.
Solo tomando conciencia de nuestro papel, podremos transformar la realidad y ocupar el espacio que es nuestro, de las trabajadoras.
Isabel Álvarez, responsable de Mujer de IU CLM, y Daniel Mayoral, Secretario de Organización del PCE en Castilla-La Mancha