Si tiramos del hilo del nacimiento de la universidad regional y de su desarrollo podremos empezar a tejer el relato que explica cómo Cuenca y su provincia han quedado abocadas al actual desastre demográfico, social y económico. En el origen, Cuenca, una provincia que se sentía en pie de igualdad con el resto de provincias “empaquetadas” en una comunidad autónoma llamada Castilla-La Mancha, pugnó sin complejos por ser capital de esa región que nacía más por necesidad que por vocación. La capitalidad no pudo ser, o simplemente fue una quimera, y en su lugar se habló, quizá hasta se pactó, en cualquier caso se argumentó que Cuenca podía ser la provincia central en la configuración de la universidad regional, y no pudo ser.
Pero una quimera no fue, como atestigua el BOE de la época, que igual que registró la publicación del Real Decreto 1784/82, por el que se asignaban a Cuenca, entre otras, las titulaciones de Farmacia, Económicas, Empresariales, Arquitectura superior e Ingenieros forestales, registró también su posterior y ominosa derogación en claro perjuicio de Cuenca. Y el tiempo empezó a correr en nuestra contra. Un hilo inicial, fundacional, que junto a otros muchos que habrá tiempo de seguir, conforman la urdimbre y la trama que explican el desastre al que se ve hoy abocada esta provincia, con su capital al frente.
Pero así como este hilo nos guía hacia el pasado, y nos conduce a las decisiones del pasado, las decisiones del presente nos enseñan y prefiguran los contornos de un futuro en el que lo peor está por llegar. Aún con el grado de Turismo, el reparto de titulaciones del acuerdo de 2008 era injusto con Cuenca, como así se reflejó en la movilización de protesta que provocó. Seguramente el reparto de 2008, cumplido en otros campus, y cuestionado en Cuenca diez años después, debía entenderse firme y válido también para Cuenca, pero de nuevo ha sido la movilización ciudadana la que ha tenido que salir al paso. Pero ya da igual, porque, con Turismo y sin Turismo, a Cuenca se le ha acabado el tiempo de las soluciones fáciles.
El reparto de titulaciones previsto por la universidad regional bajo el paraguas de la Estrategia 2020, levanta acta, una vez más, del humillante empequeñecimiento de Cuenca en esta región, y certifica la negación de un futuro para los conquenses en su tierra. En el imaginario colectivo de esta comunidad, en los cenáculos del poder, allí donde se toman las decisiones, en el centro del poder regional, Cuenca ocupa ya de modo inapelable un lugar secundario y subalterno. Y el nuevo reparto de titulaciones, ahora en el horizonte del siglo XXI, lejos de ser la excepción a la regla de la irrelevancia, es su confirmación más elocuente. El reparto de titulaciones en el inicio de la universidad regional, y el realizado en 2008, marginaron a Cuenca de aquellas que se vinculaban con más claridad con el desarrollo económico.
Y al hilo del reparto 2020, un titular de Voces de Cuenca resume: “Ninguno de los dos grados que plantea para Cuenca se encuentran en el “top 25” de las titulaciones más demandadas por las empresas de Castilla-La Mancha”. En palabras del Jeremy Rifkin: “La economía del siglo XXI que va a crear el empleo del futuro, precisa de la construcción y ampliación de unas infraestructuras inteligentes e integradas digitalmente.”
Únase a lo anterior la tecnología médica y la biotecnología, analicemos el reparto de titulaciones en la Estrategia 2020, y comprobaremos que estamos ante el mapa que, con o sin Turismo, excluye a Cuenca de ese futuro de prosperidad que se anticipa bajo la etiqueta de tercera revolución industrial. Sin ánimo de ser exhaustivos, robótica, energías renovables, biotecnología, ingeniería biomecánica, entre otras, no estarán en Cuenca.
La despoblación de Cuenca, el desierto demográfico que avanza imparable, ha adquirido carácter oficial y es incluso objeto de estudio. Por tanto, además de un cierto vacío existencial que cunde entre la ciudadanía ante la impotencia de lo inexorable, ya tenemos un vacío físico que, a mi entender, es tan útil para otros propósitos ajenos al interés de Cuenca, que son muchos los incentivos a favor de que aumente y se consolide.
El ATC se ha planificado en Cuenca porque somos un desierto demográfico, lo que también explica las más de 30 macrogranjas porcinas. Tenemos también “hueco” para una planta con 100 aerogeneradores de altura equivalente a un edificio de 40 plantas. También para el mayor vertedero privado de España en Almonacid, 21 millones de metros cúbicos de 300 tipos de residuos industriales procedentes de toda España.
Sé que es flaco consuelo, pero doy por hecho que contaremos en Cuenca con una buena red de carreteras, necesaria, como nuestro vacío físico y existencial, para transportar los bidones con los residuos nucleares, los gorrinos, los purines y los 300 tipos de residuos industriales.
A veces hay que llegar al fondo del pozo para empezar a salir, y en Cuenca ya hemos llegado, o estamos muy cerca.
Jesús Neira Guzmán es concejal del PSOE en el Ayuntamiento de Cuenca