La pasada semana nos llegaba desde Bangassou una terrible noticia que personalmente me sacudió por dentro y me hizo estremecerme. En todas las emisoras, en todos los medios de comunicación, se hicieron eco del asesinato de la religiosa Inés Nieves Sancho, una buena mujer que, movida por su fe cristiana, abandonó la tranquilidad que le daba vivir en su congregación en Filles para entregarse a los más necesitados en la República Centroafricana, donde llevaba 26 años luchando por los más necesitados.
Juan José Aguirre, obispo de la diócesis de Bangassou desde el año 2000, explicó cómo había sucedido el asesinato y lanzaba una duda retórica que jamás encontrará respuesta ni podrá entenderse. “No sabemos por qué”. Personas que se entregan y dedican su vida plena por la vocación a la fe y el amor a los demás, que somos todos. Y no encontrará jamás respuesta porque no hay nada que justifique un crimen y mucho menos cuando éste llega justificado previsiblemente por motivos de fe. Hoy la sangre de nuestra misionera nos toca de lleno porque es nuestra, pero la situación de Bangassou no es nueva. Como diputada nacional del Partido Popular denuncié, el pasado mes de enero, la cruenta situación en Bangassou, presentando una Proposición no de Ley para elevar nuestra preocupación a nivel internacional y tomar decisiones sobre el asunto.
Ese mismo mes, Naciones Unidas informó de la situación de más de 12.000 personas que se habían visto obligadas a abandonar sus casas si no querían morir a manos del grupo terrorista del Frente Popular para el Renacimiento de la República Centroafricana (FPRC), una exmilicia del grupo terrorista Seleka, procedentes del Chad y Sudán. Una misión de evaluación conjunta de la Organización Internacional de las Naciones Unidas para las Migraciones y Minusca encontró a estos 12.000 exiliados en pésimas condiciones. Heridos, mujeres embarazadas, tratando de escapar a través de carreteras y bosques colindantes. El portavoz de Minusca, Vladimir Monteiro, aseguraba entonces que el 90 % de los hogares de Bakouma han sido saqueados durante estos ataques, en los que murieron 4 personas y decenas resultaron heridas.
Los cristianos de las regiones afectadas no han dejado de actuar cada día desde entonces, desplazándose hasta Bangassou para recoger familias enteras. Esto, permítanme que les diga, no es cuestión de fe sino de entregarse al prójimo con el único objetivo de que sigan viviendo porque nadie merece morir antes de que la vida se despida de nosotros, demostrando que ser una buena persona no exige nada salvo serlo.
La muerte de Inés es una más en esta lista de la vergüenza, ante la que los agentes internacionales deben tomar partido para darle solución. Hoy nuestra misionera, como ejemplo de buena persona, debe servir para hacer reflexionar a sus asesinos. Una persona dispuesta a morir por los demás no usa la fe como arma sino que la emplea para sanar y acompañar a otras personas a las que ha encontrado en su camino.
Como cristiana y practicante, siento un inmenso orgullo por personas como ella. Hoy rezo por ti, hermana. Por haber sido una gran mujer. Valiente, entregada, buena. El mundo nos ha vuelto a dejar claro que no merece gente tan grande como tú. Ojalá un día podamos encontrarnos en un camino libre de asesinos que matan en nombre de Dios.
D.E.P. Doña Inés Nieves Sancho.
Carmen Quintanilla es senadora del PP por la provincia de Ciudad Real