Si bien la biografía de Miguel de Cervantes es poco conocida, hay periodos de su vida en que no se tiene constancia alguna durante meses, incluso años, y no sabemos absolutamente nada de sus andanzas. Se sabe muy poco de lo que hizo entre 1568 y 1570. Desde que está en Madrid con López de Hoyos hasta que se incorpora como soldado al Tercio de Miguel de Moncada en septiembre-octubre de 1570, en la compañía de Diego de Urbina en la que se alistó -en compañía de su hermano Rodrigo- para ir a tomar parte a la batalla de Lepanto.
El propio Miguel de Cervantes dejó constancia en su hoja de servicios, que en 1568 estaba al servicio del rey, cuestión contradictoria, pues según sus biógrafos, estaba al servicio de Acquaviva.
Planteamos la posibilidad de que Cervantes ejerciese como espía al servicio de Felipe II que dado el carácter reservado de sus actividades no se hayan podido detallar en modo alguno. Para sustentarlo hay que tener en cuenta algunas evidencias de su vida que hemos podido conocer.
Al regreso de su cautiverio en Argel, Cervantes realizó un servicio a la Monarquía Hispánica, en 1581, Miguel de Cervantes recibió el encargo de dirigirse hacia Cádiz para luego tomar dirección a Orán y participar en una misión de espionaje relacionada con movimientos que se estaban produciendo en el Norte de África, con el frente “turco-berberisco”. De esta misión se sabe que duró un mes y que cobró 100 ducados, al cambio en la actualidad, unos 8000 euros, cantidad nada desdeñable. De Orán partió de nuevo rumbo a Mostaganem donde obtuvo información muy importante que entregó al Rey Felipe II a su vuelta a la península a la retornó por Cartagena y donde cobró los 50 ducados restantes.
Hay constancia documental que acredita una Real Cédula dada en Tomar (Portugal) a 21 de mayo de 1581 por la que se ordena un pago de 50 ducados (18.750 maravedíes) a favor de Miguel de Cervantes para ayuda de costa en su misión, pago que se hace efectivo el 23 de mayo en Tomar por Juan Fernández Espinosa, del consejo de hacienda y tesorero general, «…teniendo en cuenta que va a ciertas cosas de nuestro servicio».
A la finalización de esa misión, se sabe que demandó una "merced" en pago a sus servicios prestados tanto en Italia como en Argel o por el Mediterráneo como espía. Buscaba que le fuera otorgado un puesto en América, para lo cual escribió el 17 de agosto de 1582 a Antonio de Eraso recordándole que había ya solicitado un oficio en América que desconocemos.
Aunque por su propio carácter secreto, no todo el mundo conocía las labores de espionaje realizadas por Miguel de Cervantes, no obstante había quienes sí las conocían y no veían tan desproporcionado que se le concediese merced en pago a sus servicios, como sucede con Francisco de Sopando Balmaseda, titular de la escribanía de justicia de la Secretaría del Consejo de Indias quien acoge favorablemente la petición de Miguel no pareciéndole muy lejos de sus merecimientos, ni inadecuada a sus capacidades.
Posteriormente el 21 de mayo de 1590 mediante un memorial vuelve a solicitar al Consejo de Indias que se le tuviera en cuenta como candidato para la contaduría del Nuevo Reino de Granada; o la gobernación de Soconusco en Guatemala; el corregimiento en La Paz; o la contaduría de las galeras de Cartagena de Indias en Colombia, puestos de los más codiciados en la corte, aunque la petición no llegó a buen término, contestándole aquello de «busque por acá en que se le haga merced», con lo que queda claro que atesoraba méritos.
En la hoja de servicios de esta segunda petición (en 1590), Cervantes indica que lleva 22 años al servicio del rey («que ha servido de 22 años a esta parte»), lo que quiere decir que los servicios a la Corona se remontan al año 1568, posible fecha de su viaje a Italia, pero ¿en calidad de qué?
Pero no sólo en su hoja de servicios habla de esta fecha, sino que al menos en otras dos ocasiones más sale hace mención expresa a este tiempo de servicio , en la Información hecha en Madrid a solicitud de Rodrigo de Cervantes, padre de Miguel de Cervantes Saavedra, para poder probar ser su hijo noble y estar cautivo en Argel, y que por ser pobre, dicho padre no podía rescatar (Madrid, 17 de marzo de 1578) su padre Rodrigo afirma que «… Miguel de Cervantes, mi hijo, ha servido a Su Majestad de diez años a esta parte…». Volvemos otra vez a 1568…
Pero es que el propio Miguel en su Epístola a Mateo Vázquez, escrita en 1577 o 1578, dice: «Diez años ha que tiendo y mudo el passo en servicio del gran Philippo…». Y otra vez más nos lleva a 1568.
La realidad es que la pista de Miguel de Cervantes se pierde durante dos años y no se sabe cómo ni de qué manera llego según sus biógrafos a Roma y se puso al servicio como camarero de Monseñor Giulio Acquaviva.
Es posible que en el mundo de la Curia, se conociesen perfectamente los Acquaviva (de origen napolitano, coincidente además con la ubicación de la diócesis del español) y Cervantes de Gaete, y que el cardenal español facilitase o recomendase a Miguel de Cervantes para irse a Italia, incluso lo hubiese acogido allí en Roma para introducirlo en la familia Acquaviva y en la corte romana a fin de obtener información del Estado Vaticano para Felipe II, dado que, no está de más apuntar aquí que Claudio Acquaviva, tío de Giulio, fue Prepósito General de los Jesuitas, el más joven en acceder al cargo de General con 37 años y el que más tiempo ha estado al frente de la orden (lo estuvo a lo largo de 34 años), siendo a menudo conocido como el segundo fundador de la orden jesuita, adema de camarero secreto de Pio V.
Mientras que el resto de órdenes tiene que cumplir tres votos (castidad, pobreza y obediencia) los jesuitas se autoimponen uno más, el de obediencia ciega al Papa, con la connotaciones que eso conlleva, servicios de espionaje etc.., por lo que se les ha considerado siempre como una orden muy poderosa.
Cómo y cuando llegó Miguel de Cervantes a Italia nadie lo sabe, pero sus biógrafos están de acuerdo en que debió hacerlo en mayo de 1569 si no es que se fue acompañando a Acquaviva, en su séquito, entre diciembre de 1568 y enero de 1569. Es por lo que creemos que el “servicio al rey” desde 1568 pudo tratarse de espiar para Felipe II, al igual que lo hizo después de volver del cautiverio de Argel y que obtuviera un resultado satisfactorio de sus pesquisas en Roma, hecho que motivó la petición desproporcionada -según algunos-, por falta de méritos, de los puestos más codiciados: los de representante de la corte española en América.
Constantino López y Alonso M. Cobo son miembros de la Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan