Por mucho que se hable con desprecio de la memoria y se la considere incluso un obstáculo para el progreso (a tal absurdo hemos llegado), lo cierto es que es una de las habilidades más valiosas de nuestra mente. Y la memoria tiene mucho que ver con la democracia. La única ventaja que le veo a esto de repetir tan frecuentemente las elecciones es que el engaño electoral está más reciente y la memoria más fresca. Es cierto que, a los pocos meses de votar, muchos votantes ya han olvidado quién les ha tomado el pelo, pero dudo que ahora, con tan corto espacio de tiempo entre una elección y otra, es decir, entre un engaño y el siguiente, al electorado progresista se le hayan olvidado las falsas promesas (o mentiras manifiestas) de Pedro Sánchez, que, sin duda, en esto de mentir antes de las elecciones se lleva la palma.
Lamentablemente, en su caso, más que de voto útil debería hablarse de mentira útil y obsesiva. No creo necesario señalar lo que todo el mundo sabe a estas alturas y cómo el candidato socialista frustró las esperanzas de sus votantes de conformar un gobierno progresista en cuanto tuvo en un puño eso que llaman el “voto útil”, pues su intención -y esto desde el principio- no era esa sino lograr un gobierno escorado a la derecha (neoliberal, pero derecha) gracias al apoyo de Ciudadanos, tal y como le reclamaba la CEOE. Si no se hizo así fue porque Ciudadanos no quiso dar ese paso, aunque ahora parece que Albert Rivera está más dócil a encajar sin aspavientos las órdenes del IBEX, siguiendo en esto la actitud sumisa del PSOE. Con este propósito, y si falla Ciudadanos, cuyos votantes cada vez son más escasos, el PSOE de Sánchez no dudará esta vez en aliarse con el PP, el partido más corrupto de Europa, y el compañero perfecto (PPSOE) para persistir en esa involución reaccionaria del neoliberalismo, es decir, la misma que ha llevado al desastre a Argentina, Chile, etc., y que a nosotros no nos permite salir del agujero. Tan honda ha cavado el austericidio nuestra fosa.
Hay que decir que la diferencia es clara entre mentir deliberadamente para obtener el voto "útil" (útil para el que miente) y el empecinamiento en el error. Por ejemplo, cuando VOX afirma, entre las muchas afirmaciones absurdas que prodiga, que el cambio climático no existe, no es que mientan (creo) sino que no dan más de si. La tradición que ellos sostienen y la ciencia nunca se han llevado bien. Puede incluso que algunos en ese partido crean todavía que el mundo que ahora se calienta, merced al cambio climático, se hizo en seis días. Ni uno más y ni uno menos.
Sería honesto para con los votantes progresistas que Pedro Sánchez confesara abiertamente ahora, antes de las elecciones y no después, su preferencia por aliarse con Ciudadanos y/o el PP (no descarten que en el paquete vaya incluido VOX) antes que con Podemos. Y que esto es así porque esa alianza con la derecha y la ultraderecha de nuestro país le permite al PSOE mantener una política laboral y fiscal reaccionaria, opuesta a los planteamientos progresistas o socialdemócratas, pero más acorde con los postulados neoliberales que le reclaman los poderes fácticos. Que, además, está en la línea de lo que el PSOE ha practicado en los últimos lustros. Lo que siempre resalta en la actuación del PSOE es su vocación de utilidad y servicio para con los poderes fácticos, que son los que manejan dinero. De ahí que la utilidad del voto que reclaman siempre acabe siendo útil solo para esos poderes... y poco más.
Y ya puestos a sincerarse con sus votantes progresistas y con los trabajadores (paganos de la deuda de los bancos), no estaría mal que Pedro Sánchez les explicara -antes de las elecciones y no después- en qué consiste eso de la "mochila austriaca" que aparece en el "Programa Nacional de Reformas" enviado a Bruselas en el mes de abril, pues amenaza continuar la misma línea neoliberal y de privatizaciones que le caracteriza, como cuando el PSOE sentó en nuestro país las bases legislativas para la privatización de la sanidad. Si los ciudadanos españoles pensaban que ya tenían suficiente "mochila" o saco terrero a sus espaldas con pagar la deuda de los bancos delincuentes y sus bien pagados potentados, vayan sumando que aquí viene otra mochila. Puede, incluso, que ahora los ciudadanos paguen de su propio bolsillo su "despido improcedente". Es decir, despido libre. Entre otros pagos ajenos que con esa mochila pasan a ser de su responsabilidad.
Al parecer, esta mochila tan "progresista" y tan "socialista" ya figuraba en el acuerdo que el PSOE firmó con Ciudadanos en 2016. Más neoliberalismo. El neoliberalismo y lo público no hacen buenas migas, es sabido, y sin duda el PSOE hace mucho tiempo que escogió entre esas dos opciones: y optó por el neoliberalismo. Así como el CIS prepara encuestas a la medida del candidato Sánchez y el neoliberalismo que este representa (por libre o en coalición con la derecha), también el Tribunal Constitucional se pone al servicio del neoliberalismo rampante y en reciente sentencia avala que se despida al trabajador que falta al trabajo por “causa justificada de enfermedad”. Lo nunca visto. Con este fallo, al forzar que el trabajador acuda al trabajo enfermo, lo que el Tribunal Constitucional va a promover es el incremento de los accidentes laborales y la transmisión de enfermedades infecciosas en la comunidad, cabe vaticinar. ¿Los sindicatos mudos no tienen nada que decir? ¿Seguirán como testigos silenciosos de la debacle social?
Todo esto va en la línea de lo ya perpetrado por Zapatero, que "constitucionalizó" el neoliberalismo con la modificación (nocturna y casi en secreto) del artículo 135 de la Constitución, sin pedir permiso a los españoles, y esto por orden de la superioridad alemana, es decir, de los bancos alemanes, en un episodio propiamente germanófilo y austericida. Con esa decisión impuesta desde fuera, el trabajador se hizo carne de cañón del pago de la deuda ajena de los bancos y el neoliberalismo se hizo carne Constitucional.