Un nuevo tiempo y un nuevo gobierno para España
El mundo se dispone a abrir un nuevo tiempo. La crisis del coronavirus, todavía de magnitud desconocida, provocará un nuevo orden internacional y dará comienzo a una era diferente que, por ahora, no podemos definir. Un antes y un después. Afrontamos un desafío de imprevisibles consecuencias pero que, indudablemente, traerá cambios profundos. Por supuesto también en España. La política española tiene que darle al botón del reseteo y empezar de nuevo en el complejo escenario que, a partir de las próximas semanas, nos va a dejar esta gran crisis. La legislatura evidentemente ya no va a ser la misma, una obviedad que ha dicho en voz alta la propia ministra de Defensa, Margarita Robles, y que es la constatación oficial de que vienen cambios muy relevantes que van a condicionarlo todo. Lo quiera o no el presidente Pedro Sánchez.
Llega un tiempo nuevo para España y será necesario un nuevo ruedo político. Ya veremos si también otras elecciones generales a la vuelta de unos meses o de un año. El engranaje de la unidad nacional debe empezar a funcionar por encima de las políticas de secta y las alicortas y sesgadas posiciones partidistas, a derechas y a izquierdas. Se abre un escenario nuevo de liderazgo político en España que debe ser capaz de llevar la nave a tierra y con todos los grumetes arreando en una sola dirección: la de salvar a la Nación y afrontar con el mayor éxito posible la crisis que está llegando en todos los órdenes: sanitario, social, económico y político. Es muy difícil, pero se trata de convertir a los políticos en estadistas y a sus pobres batallitas de humo y pena en la gran misión nacional de todos. Estamos viviendo la gran crisis de nuestros días, como ha dicho el propio Sánchez, y la envergadura de los hechos exige la altura de los mejores y un cambio profundo de chip y de mentalidad en la política española. El resto, mejor que lo deje: el que no esté dispuesto, el que no se sienta fuerte, el que no sea capaz de sobreponerse a sí mismo y superar sus debilidades, ese que se vaya generosamente y deje paso a los realmente capaces. El sectario, que se vaya. El ilusionista, que se vaya. El arribista, que se vaya. El charlatán, que se vaya. Son tiempos de gobierno, gestión y responsabilidad, no de propaganda y fuegos artificiales.
Es la hora de la grandeza política. No entiendo las reticencias que algunos sectores políticos y mediáticos plantean, salvo que sólo estén pensando, no en el gran buque de todos, sino en su pequeño botecito salvavidas. ¿Por qué no un gobierno de unidad nacional? ¿por qué no un gobierno de concentración? ¿por qué no los nuevos Pactos de la Moncloa que, vamos a suponer que honestamente, ha planteado Sánchez? ¿por qué no un tiempo nuevo liderado por el propio Sánchez bajo los principios esenciales del desafío que debemos afrontar, es decir, unidad, inteligencia, responsabilidad y altura de pensamiento pensando sólo en España y en los españoles? Es difícil plantear ahora, con el Pedro Sánchez que conocemos, la posibilidad de que el líder socialista sea capaz de dar un salto personal, moral y político y ponerse a la altura de las circunstancias, pero es el presidente del Gobierno y desde luego merece esta oportunidad y es imprescindible que la tenga.
La difícil realidad que viene va a ir poniendo las cosas en su sitio y, supongo, hará su propia selección natural de los acontecimientos. Ojalá sepamos entenderlo y encontremos a los líderes que necesitamos en esta hora de España y del mundo.