Un cuaderno en abril, un ciudadano en Xanadú y una lucha de gigantes
Abril confinado con Pla
Al leer a Josep Pla ya se advierte un estilo refinado y tranquilo, a su manera llano y desinteresado, como llevando la escritura y el periodismo a un terreno de relativizarlo todo y no darle a nada más importancia de la que pueda tener. El gran Pla es, además, un escritor asombrado, asombroso y sutil que sitúa los adjetivos como nadie y mira el mundo desde una actitud vital de aparente ingenuidad, aunque de una inteligencia quirúrgica. Lo suyo es de un inmenso talento. La literatura de Pla, el enorme escritor y el sagaz periodista, no sólo es elegante y embaucadora sino que también hay en ella algo muy cinematográfico: la sensación de que nunca sobra una palabra y que todo lo que allí aparece responde a un propósito general con su carga de profundidad, su sentido y su perspicacia de darle siempre a cada puntada su hilo. Sus diarios son maravillosos, lecturas y relecturas, y el conjunto monumental de su obra una de las cumbres de la gran literatura española del siglo XX. El descubrimiento de “El cuaderno gris”, hace ya tantos años gracias a los buenos oficios de mi amigo Pedro Antonio López Gayarre, fue para mi revelador e impactante y desde entonces no he dejado de entrar y salir de todo lo que hizo Pla, tan grande e impresionante. En estos días de abril confinados he vuelto a la costumbre de echarle un vistazo a “Madrid, el advenimiento de la República”, mi particular regreso a la primavera de 1931 que suelo mirar de la mano del Pla periodista con mucha distancia, un gran recelo y ninguna melancolía. En fin, hay que leer a Pla. Yo creo que ayuda mirar de otra manera. Y a ser mejores personas.
Ciudadano Orson Welles
El genio de Orson Welles fue impresionante y revolucionario. A los 25 años, un muchachito, fue capaz de estrenarse con una de las grandes películas de la historia del cine y crear una obra maestra tan innovadora como legendaria: “Ciudadano Kane”. Era el año 1941 y un Orson Welles en fase de deslumbrar al mundo escribió, protagonizó, dirigió y produjo esta maravillosa y magnética película que es la tremenda historia del magnate de la prensa William Randolph Hearst y que yo siempre he visto como la demolición de un ser humano a manos de sí mismo a través de una apasionante investigación periodística que no quieres dejar de volver a ver. El mundo entero sucede en Xanadú. Resulta increíble que alguien tan joven sea capaz de llegar al fondo de tan caudaloso río de la vida y ver el cine y la existencia humana con esa fuerza creadora y esa pasión. El peso de la infancia, el vacío, el amor, el paraíso perdido. Los sueños que vamos dejando por el camino: Rosebud, el gran símbolo de lo que llevamos para siempre en el corazón, o sea, cómo acumularlo todo en la vida y nunca llenar el gigantesco agujero negro de nuestra naturaleza terrícola. Orson Welles, interpretando a Charles Foster Kane, toca la vida a los 25 años como no parece posible en ese hervor de la juventud y llega al cine por lo que a mí me parece una de las puertas más grandes de su historia. No lo dudes: si no la has visto, es el momento. Si ya lo has hecho, lo sabes todo: no hay nada más que decir. Sólo volverla a ver.
La lucha de Antonio Vega
Me apasiona casi todo lo que hizo Antonio Vega, con Nacha Pop y en solitario, y creo que fue uno de los mejores de su época, aunque su prematuro adiós nos dejó para siempre sin todo lo que hubiera podido hacer. Tenía mucho por delante y nos lo perdimos. Antonio Vega, compositor, músico, cantante, fue un gran rayo de luz en la música española y su tremenda melancolía es un poco la de todos, en unos momentos o en otros. También por eso llegó a ser tan grande. Sus canciones están el corazón de mucha gente y sus letras nos tocan el alma porque siempre encontramos en ellas alguna estrella fugaz que nos sirve de espejo y nos habla de nosotros mismos. Es curioso cómo nos buscamos continuamente. A veces caricia, a veces rasguño, la obra de Antonio Vega, tan bonita y tan especial, es un océano pop lleno de emoción y ternura, aunque yo me quedo con su inmensa “Lucha de gigantes”, que me lleva volando a otra parte. No estoy seguro de entender bien esta canción, pero yo la comprendo a mi manera y su significado es total: la permanente batalla de resultar tan pequeño en un mundo gigante y devastador. Caminar con sencillez e incertidumbres. Un clásico perdurable, vigente ayer, hoy y mañana. Siempre Antonio Vega.
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