Manuel Azaña en esta primavera española y un gran secreto a las cuatro y diez
La primavera de Manuel Azaña
En abril de 1931, recién estrenada la primavera de la Segunda República en España, Josep Pla ya adivinaba el protagonismo político de Manuel Azaña en el nuevo régimen. En su “Madrid. El advenimiento de República”, Pla retrata la época con distancia y escepticismo, aunque con el detalle, la finísima ironía y la profundidad del gran periodista que fue. En mayo de ese mismo año, todavía muy pronto, Pla define a Azaña como el “hombre de las ideas” del Gobierno provisional, el intelectual y el personaje “considerable” de la época. En efecto, el protagonismo de Azaña fue después determinante y, con el tiempo, la figura más reconocible y emblemática de la fallida Segunda República, de la que fue presidente durante la Guerra Civil, trágico destino que terminó en el exilio. Traigo aquí a Azaña, en este abril desgarrador, por este otro momento de tragedia y desolación histórica que vivimos y por la decisiva hora de España que habrá de cambiar tantas cosas. Una hora en la que, ante todo, nuestro país necesita patriotas de corazón y verdad y grandes líderes que sepan entender lo que pasa y encontrar el camino a seguir. Políticos que piensen y sientan España con capacidad para hacer suyas estas palabras de Azaña y actuar honesta e inteligentemente en consecuencia: “Una forma de felicidad sería la certidumbre de que voy a usar el poder en bien de mi país”, afirma en sus monumentales diarios. Aparte de sus errores y cortedades, ManuelAzaña fue la personalidad política más vigorosa de su época, el gran símbolo de la España republicana y el exilio, y su limpio patriotismo resulta ahora un ejemplo a seguir imprescindible, en este momento en el que necesitamos políticos de excepción que sepan pilotar la nave nacional con generosidad y con grandeza. ¿Los hay?
Los mundos de Don Draper
Siete temporadas hipnóticas, un río de personajes sensacionales, un mundo lleno de magnetismo para quedarse a vivir en él. “Mad Men” es la gran serie de lo que llevamos de siglo, una temporada tras otra sin perderle nunca la cara a la fascinación de esos universos que recrea tan maravillosamente: el Nueva York y otros escenarios de los Estados Unidos en los años 60 a través del mundo de la publicidad. Para mí “Mad Men” es soberbia y redonda, con uno de los mejores finales que yo recuerdo en la televisión, y un protagonista, Don Draper, tan complejo y humano que resulta encantador y lo llena todo de ternura y melancolía, siempre en la búsqueda imposible. Se trata de una serie, además, ingeniosa y original, llena de gente, de despachos, de restaurantes, de tabaco y alcohol, de vida de época en total ebullición, brillante en el fondo y en la forma. Hombres locos y excesivos. Gran trabajo de los principales actores: Jon Hamm, Elisabeth Moss, Christina Hendricks y John Slattery, además de un reparto sin desperdicio de secundarios que, de una manera o de otra, también terminan siendo protagonistas. La clave, como siempre en el cine y la televisión, la encontramos en un guión redondo y elaborado que traza la vida tal como es y lo hace con sencillez y profundidad, tocando las fibras y pulsaciones de cada personaje. La impecable creación de Matthew Weiner me parece una obra maestra televisiva y me dio nostalgia llegar a su final, aunque ahí queda la opción de volver a verla entera.
Un gran secreto a las cuatro y diez
Qué preciosa sorpresa encontrarme con esta encantadora versión que el gran Álvaro Urquijo ha hecho en estos días de “Las cuatro y diez”, una de las canciones más bonitas de mi eterno admirado Luis Eduardo Aute, letra y música de nuestra vida. Es el homenaje de Álvaro y Los Secretos a un artista de absoluta referencia que tanto nos dio, durante tanto tiempo, y que acaba de marcharse. El vídeo está circulando de mano en mano por las redes y le encanta a medio mundo. Se junta todo: una canción inolvidable, el mejor Aute en estado de gracia, o sea, como casi siempre, y un Álvaro Urquijo imparable en estos días de confinamiento que convierte su versión en un canto emocionado de reconocimiento, gratitud y admiración. Aute siempre y Los Secretos también: qué suerte de tenerlos. Dos de los grandes emblemas de la música española de los últimos cuarenta años. No te pierdas la canción porque es una hermosa delicia que no querrás haber no visto: si ya lo conoces dale al “replay”.
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Un cuaderno en abril, un ciudadano en Xanadú y una lucha de gigantes
Una serie embaucadora, un par de libros "black" y una preciosa canción de luz y futuro