Page y Núñez, y viceversa
Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha, y Paco Núñez, líder regional de la oposición, andan buscándose entre ellos y no son capaces de encontrarse. Se dan vueltas en bucle, se cruzan por los pasillos y se lanzan cariñosísimos mensajes de mutuas querencias, pero no hay manera de que este diálogo en las nubes alcance el grado de madurez que nos lleve a algún destino interesante. Andan por espacios intergalácticos, cada uno en su burbuja encapsulada a velocidad de vértigo, pero no han encontrado el minuto de ponerle un poco de pausa a lo suyo y bajar al suelo firme para escuchar un poco al otro. Hay mucho ruido ambiente que produce interferencias graves en algún punto de la conexión y, entre tanto intermediario, nunca llegan juntos Page y Núñez a ningún sitio productivo que nos sirva de algo bueno a la gente. Va cada uno por su lado: el momento es crítico y de importancia, aunque se ve que no encuentran el sitio en el que sentarse un rato y, libres de ajetreo y terceras voces, decirse todas sus verdades a la cara y salir con un diálogo en marcha y una idea compartida de lo que entre todos hay que hacer en esta difícil circunstancia para Castilla-La Mancha.
En lo tocante a la cosa pública hay que ser muy serios: la política, en democracia, sólo debe tener el objetivo de servir honesta y eficazmente a los ciudadanos, y todo lo demás es pólvora quemada, batalla pueril y propaganda tacticista. Humo y partidismo sectario, saloncito oficial y moqueta de tercera. La política es absurda e innecesaria si no sirve para mejorar la vida de la gente: los políticos si no nos sirven, no sirven para nada, como ha escrito la gran Victoria Prego, y ese principio elemental es la base que da sentido a todo en el ruedo político, que está para servir, no para servirse. Es cierto que la España de hoy penosamente no va por estos derroteros, pero que tengamos una clase política nacional en plena decadencia y hundida en la mediocridad no puede ser excusa para la apatía de nadie que se tome en serio a sí mismo y a sus responsabilidades públicas.
Page y Núñez, y viceversa, creo yo que tienen la obligación de entenderse por Castilla-La Mancha. Dejar de darse vueltas en esa noria imposible y someterse a la voluntad de encontrar alguna sonrisa compartida. O sea, el reto de superar sus diferencias, sus antipatías o lo que sea y formar un gran punto de unidad con el PSOE y el PP, también con Ciudadanos, con el imprescindible objetivo de afrontar juntos este momento decisivo y evitar las demoliciones que se nos vienen anunciando desde que el mundo entró en el agujero negro del coronavirus. Es imposible que sea tan difícil. Es inverosímil que no exista esta opción. Es impensable que los dos primeros líderes políticos de los castellano-manchegos no encuentren una vía de conexión a la que agarrarse y, con todo el mundo detrás, empezar juntos una “reconstrucción” que, además, nos han vendido desde marzo como algo "imprescindible". ¿Imprescindible? Pues eso.