Apuesta por la vida
Hace unos días que llevo pensando escribir algo en el sentido de lo importante y bella que es la vida, y sobre todo ahora que un dichoso bicho pone todo patas arriba, comprendiendo que la vida es lo más preciado que tenemos los humanos. Pero no sabía qué título ponerle al artículo y que plasmar exactamente, y mira por donde me parece adecuado este título que es el mismo del último libro escrito por mi hermano Luis Miguel González: Apuesta por la vida, una novela basada en hechos reales en los últimos días de la Guerra Civil y el siguiente año de la posguerra. Apuesta por la vida narra las vivencias de personas y más concretamente de mujeres que luchan por sobrevivir y asegurarse un futuro sobre los cimientos de una lucha fratricida alentada por líderes de diversos signos políticos carentes de ética.
La novela está ambientada en los alrededores de Talavera de la Reina, como bien pudiera haber sido en cualquier otra comarca de la España rural donde las mujeres sufrían aún más la injusticia social y la miseria del momento.
Escrita destacando el lado más humano de los protagonistas, en este libro descubrirás una historia llena de vida y de mujeres valientes, historias de amor, de sentimientos y de esfuerzo donde lo más importante era sobrevivir.
¡No esperes una historia triste de posguerra, porque Apuesta por la vida es todo lo contrario, es fuerza para vivir!
Una vez dicho lo anterior y poner en valor la novela que considero de fácil lectura y apropiada en los momentos que vivimos porque no te dejará indiferente, continúo con la apuesta por la vida y para ello seguiré hablando del dichoso bicho que sigue haciendo mucho daño. Y no sé si nos hemos relajado, no nos damos cuenta o lo peor de todo es que no queremos darnos, pero el bicho sigue y sigue muy agresivo y como no nos pongamos bien las pilas haciendo valer las recomendaciones que nos dan las autoridades iremos a peor y las consecuencias serán mayores.
Se repite un día si y otro también la irresponsabilidad que se comete por personas que se juntan en botellones y celebraciones de cualquier tipo en las que se ven abrazos, ausencia de mascarillas y otras cuestiones que se le pone a uno cara de vinagre al ver las consecuencias que eso puede acarrear. Entiendo que hay que ir normalizando la vida, que hay que salir, mover la economía para que el país no se vuelva a parar, pero nunca entenderé ese tipo de manifestaciones que se dan en colectivos de “gente joven”. Comprendo que son jóvenes y que han de divertirse, pero ellos deben de entender que según están las cosas lo tendrían que hacer dentro de un orden, y apostar por la vida, porque tienen abuelos, padres, hijos y la vida es interdependencia, nadie está libre del dichoso bicho.
Hay que pensar que tanto la vida como la economía están en peligro pero sin vida no hay nada, no hay economía y una diversión a destiempo puede provocar dos cosas: la primera un brote que pone en peligro la vida de mucha gente y la segunda que esos brotes pueden retrasar el que se tarde más en que la economía se recupere. Una marcha atrás, según dicen todos los expertos, sería fatal para la economía y la recuperación podría dejar a mucha gente en la cuneta.
Estamos muy próximos al inicio del curso escolar. Los centros educativos se llenarán de niños, profesores, gente de limpieza, cuidadores, etc. y hablamos de que esos niños irán acompañados, sobre todo en los niveles bajos, de sus padres, abuelos o cuidadores. Si no se tiene cuidado y no ponemos ahora todos de nuestra parte, esos centros se pueden convertir en focos de contagio con unas consecuencias incalculables para la sociedad, propiciando un caos difícil de solucionar.
Apostar por la vida es hacer caso de las recomendaciones de quienes tienen la autoridad y no hacer burradas que todos sabemos cuales son. Si no es así quienes más van a pagar las consecuencias son los niños y la gente joven que tienen toda una vida por delante, y ellos sabrán qué clase de vida quieren y qué trabajos van a tener. Éso si llegan algunos a trabajar porque puede que haya gente que por desgracia nunca encuentre un trabajo. Y no es que sea experto en ello, es que ya hay expertos que así lo han reflejado en algunos artículos de opinión.
La irresponsabilidad en el campo sanitario puede ser la causante de graves problemas en muchos ámbitos y especialmente en el campo sensible de la educación. Si no se consigue una normalidad, el retraso puede ser tan importante en estas generaciones que se paguen las consecuencias en un futuro próximo.
Apostar por la vida es una obligación en estos momentos. El no hacerlo es poner en peligro la vida de todos y no pensar que para que el país funcione y salga adelante hay que cumplir cada cual con la parte de responsabilidad que le corresponda.
Apuesta por la vida y que la irresponsabilidad de una juerga no pueda llevar a que los niños tengan que usar mascarilla en los colegios, y piensa que tú también estás en el bombo y puedes ser el próximo. Diviértete pero que tu diversión no se convierta en el problema del otro. Luego si caes y los servicios sanitarios están colapsados, aguanta el tirón porque habrás contribuido a ello. No reclames a nadie y mírate en tu conciencia que será la que te reproche lo que hiciste.
Si cuando estábamos confinados el lema era “YO ME QUEDO EN CASA”, ahora puede ser: CUANDO SALGAS, RESPETA LAS NORMAS, APUESTA POR LA VIDA”