Igualdad real de oportunidades para construir una paz más duradera y estable
Cada 21 de septiembre celebramos el Día Mundial de la Paz, una oportunidad para reflexionar y buscar soluciones a los principales problemas que afectan a nuestra sociedad, y sentar así las bases para construir un mundo en paz y prosperidad para toda la sociedad.
Este año conseguir la paz en el mundo es un objetivo todavía más importante. Por ello, no quiero dejar pasar este día para pedir que el coronavirus no sea una excusa a la hora de reivindicar la paz y exigir que se sigan manteniendo los compromisos alcanzados en la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas. Una agenda que contiene objetivos universales, ambiciosos y participativos entre los que destaca el número 16 que promueve la paz, la justicia y la creación de sociedades más justas e inclusivas.
Así mismo, me gustaría recordar que el próximo 31 de octubre se cumplen 20 años de la aprobación de la resolución 1325 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre las mujeres, la paz y la seguridad. Una resolución que supuso un hito histórico y un gran avance en la consecución de la igualdad de oportunidades, pues en ella se reconoció en gran medida la gran labor de liderazgo y de negociación de las mujeres; así como su capacidad de influencia en la adopción de toma de decisiones para prevenir y resolver los conflictos.
Según Naciones Unidas en estos 20 años ha quedado demostrado que la participación directa de las mujeres en la resolución de conflictos aumenta la sostenibilidad y la calidad de la paz. Sin embargo, aun tenemos que lamentar que la presencia femenina en los procesos de paz es muy escasa, ya que apenas representan el 13 %.
En estos momentos, cuando todos los países tenemos al coronavirus como el enemigo común a batir, es más necesario que nunca recordar el significado de las palabras “paz”, “solidaridad” o “cooperación”. Pues si luchamos contra el coronavirus en un mundo sin guerras será más fácil vencer al virus, y una vez controlada la pandemia, construir una sociedad más unida, más igual y más justa.
Por ello, me gustaría destacar que la paz en el mundo solo será posible cuando terminemos con las desigualdades existentes en nuestro planeta. Soy consciente de que no es una tarea sencilla, pero como afirmó Mahatma Gandhi, “no hay camino para la paz, la paz es el camino”.
Carmen Quintanilla es presidenta nacional de la Asociación de Familias y Mujeres del Medio Rural (AFAMMER) yparlamentaria de Honor de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa