El debate de la distancia social
No se recordará el reciente Debate sobre el Estado de la Región por el arrojo de García-Page para ofrecer alternativa novedosa a la vertiginosa cuesta abajo en la que ha entrado Castilla-La Mancha en materia de servicios sociales básicos. Ni tan siquiera por haber tenido la humildad suficiente para pedir perdón a todos aquellos colectivos contra los que ha arremetido en su atropellada huida hacia adelante, desde el Rectorado de la UCLM y los maestros, hasta los profesionales de la Sanidad Pública, pasando por las personas mayores o los alcaldes de nuestros pueblos que se han dejado la piel y los recursos propios, amortiguando los efectos de la pandemia entre sus convecinos.
No son las personas mayores que viven en las residencias públicas y privadas de Castilla-La Mancha las que esperaban algún gesto de reconocimiento por parte del presidente la región, a sabiendas de que ya no son personas válidas para García-Page; pero sí lo son para sus familiares y allegados, que a estas alturas ya habrán echado cuentas de hasta qué punto puede llegar la soberbia e insensibilidad del actual Gobierno autonómico. Y, a partir de ahí, todos esos ciudadanos que han asistido atónitos al espectáculo de los respiradores turcos y esa agónica foto viajera de la impotencia; o sufren la saturación de los Centros de Salud y, en general, de todo el sistema sanitario que hoy levanta su voz de protesta por las consecuencias de la pandemia en la Atención Primaria.
Ni tan si quiera en el aspecto reivindicativo, ante el reparto de los fondos europeos, o aquellas deudas económicas pendientes en materia de Dependencia e Infraestructuras, parece que el Gobierno de García-Page, que tantas veces ha apuntado al socorro de los Tribunales de Justicia, parece ya tan tajante. Ni con fuerzas suficientes. Todo hace pensar que, de nuevo, las Comunidades Autónomas, gobernadas por los partidos separatistas que han dado el poder al tándem Sánchez-Iglesias, como antes se lo dieron al propio Emiliano García-Page, serán las llamadas a situarse en posición de salida preferente para salir de la crisis sanitaria y económica.
Ésta es la gran paradoja de un PSOE que se sostiene por quienes menos creen en la cohesión territorial, es decir, en el régimen constitucional de 1978. Page y los diputados de Castilla-La Mancha que nos representan en el Congreso no son ajenos a este castigo con el que someten al resto de ciudadanos españoles por el mero hecho de querer seguir siéndolo. Es más, son cómplices necesarios de una gran injusticia, la del privilegio continuado a los nacionalistas.
El agotamiento del proyecto político de García-Page no sólo se evidencia en sus salidas de tono ofensivas, sino que se sustancia en sus chascarrillos ya conocidos, que pasan desde su presunta afinidad con el resto de presidentes autonómicos del Partido Popular, a su afición a los toros o a las creencias religiosas, sin reparar ya en que tantos años instalado en posiciones de poder le han ido alejando de una realidad social, educativa o sanitaria, contra la que un día y otro se estrella de bruces.
Podrá el consejero de Sanidad levantarle la moral tras esos días de presunta gloria en medios nacionales donde intenta transmitir una imagen que no se corresponde con la realidad de sus actos; pero no podrá transmitirle con crudeza lo que piensan los alcaldes, los profesionales de la Sanidad, los rectores de la Universidad o los maestros que, según el propio García-Page, aspiraban a esos quince días de vacaciones. Podría haberle sugerido igualmente que, quizás, alguna de las siete Propuestas de Resolución presentadas por Paco Núñez, presidente del PP-CLM, principal partido de la oposición, hubieran merecido la consideración del Gobierno socialista de Castilla-La Mancha, aunque sólo fuera por poder presumir en esas entrevistas de ámbito estatal de un mínimo de unidad con esa visión de España alejada de fanatismos nacionalistas y separadores, que hoy son compañeros de viaje del Partido Socialista al que pertenece García-Page.
El presidente de la Junta de Comunidades no tiene más objetivo que salvarse de la quema en una crisis sanitaria y económica que necesita de la unión y de la aportación de todos, del Gobierno de España en primer lugar, pero también del trabajo de personas como Paco Núñez que están al pie de la calle, con todos y cada uno de los colectivos y asociaciones que han tenido a bien ofrecer sus demandas y sus reivindicaciones de manera pública.
Supone un error estratégico despreciar la mano tendida de un líder de la oposición que ofrece ganas, ilusión y alternativa a la situación de desidia y cansancio en el que parece instalado el Ejecutivo autonómico castellano-manchego. Pero es también un error político de calado distanciarse tanto de la oposición, como de la sociedad a la que representa. Page está muy cerca de su consejero de Sanidad, pero cada vez más lejos de todos los demás ciudadanos de esta Comunidad. Más lejos de todos y de todo.
José Manuel Tortosa es senador y vicesecretario de Electoral del PP-CLM