El alma de Carver
Cada relato de Raymond Carver es un tiro a bocajarro que te abre el corazón. El alma humana en su estado de desolación avanzada, un estilo duro y depurado, despojado y tan lleno de emociones como es la propia vida en esos oscuros territorios que a todos nos alcanzan. Nuestros rincones más íntimos y solitarios. Literatura absorbente en pildorazos que paradójicamente te conecta con el mundo: porque Carver habla de ti, de todos nosotros, de lo que llevamos por dentro y nos atraviesa cada día en una herida siempre abierta. La de Raymond Carver es una mirada implacable pero quiero pensar que llena de tierna comprensión. Después de Carver ya hay cierta inmunidad para según qué clase de soledades y eso tal vez sólo pueda comprenderse entrando a fondo en sus mejores historias, que escribió en varios volúmenes de cuentos publicados en los últimos doce cortos años de su vida y le dieron autoridad literaria mundial. Un imprescindible. Raymond Carver murió joven cuando alcanzaba su cumbre creativa: él perdió el resto de su vida y los demás todo aquello que se dejó por escribir. Impresiona pensar en ello. Tengo en mis manos el maravilloso volumen que Anagrama editó en 2016 bajo el título de “Todos los cuentos”, en el que se reúnen cinco de sus más grandes libros, una bella edición a la que hay que volver siempre: ¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor?, De qué hablamos cuando hablamos de amor, Catedral, Tres rosas amarillas y Si me necesitas, llámame. Un escritor fascinante y esencial.
Nací cuando ella me besó
"En un lugar solitario", extraña y cautivadora película de 1950 dirigida por Nicholas Ray y protagonizada por Humphrey Bogart y Gloria Grahame con magnífico guion libre de Andrew Solt, sobre una novela de Dorothy B. Hughes. Cine negro y psicológico de gran altura: su crimen, su trama policial, su drama amoroso y un final duro y brillante, dramático. “En un lugar solitario” es la historia turbulenta de unos personajes solos y tal vez desesperados, con un Bogart turbio, violento, antisocial y solitario, y una Grahame misteriosa y tan bellísima que sus lágrimas nos enternecen y nos llenan de su misma angustia. Su melancolía. La atmósfera es fría, negra, tremendamente humana. Blanco y negro de tono inquietante, puro estilo de la época, y esta famosa e impactante frase del personaje de Bogart: "Nací cuando ella me besó, morí el día que me abandonó, y viví el tiempo que me amó". Toda una declaración de principios en un personaje tan duro, tan aparentemente intocable y helador, y que sin embargo termina tan herido. Película oscura y brumosa, para muchos una obra maestra, “En un lugar solitario” fue producida por el propio Bogart, que supo darle un tono vital lleno de demonios. Una hora y media de cine puro, negro, psicológico y dramático. Excelente.
El apocalipsis en versión de Roger Waters
A Roger Waters, el maravilloso cofundador, bajista, cantante y compositor de Pink Floyd, tal vez la mayor banda de la historia de la música popular, le tengo tanta adoración musical como prevención ideológica, pero uno escucha sus canciones y sus letras y hay un golpe de emoción que te derriba todos los muros y te deja rendido: ¿estamos locos o qué? Pink Floyd, con David Gilmour y Waters, es una de las grandes cumbres del rock and roll, o como quiera que se llame lo que hacen, y son tan únicos y personales que a mí siempre me han terminado fascinando en sus canciones más monumentales, que son muchas. Un disco tras otro: esa manera de latir el corazón, esa forma de escribir y de tocar. No conocía esta absolutamente preciosa versión de Roger Waters del maravilloso clásico de la etapa final de Pink Floyd, en el álbum "The Final Cut" de 1983. La canción, un tanto apocalíptica, se llama "Two Suns in the Sunset" y es irresistible, tanto en su versión original como en esta reciente de Waters con estos músicos y estos coros tan adorables. Apasionante: escucha y rompe el alma.