Mientras el tiempo pasa
🎬 Casablanca deslumbrante
No se cansa uno de volver a “Casablanca”. Qué soberbia película y qué portentosa historia en medio del infierno de la Segunda Guerra Mundial, y con la vida y el amor y la integridad paradójicamente en plena ebullición. Una explosión de vitalidad en medio del desastre. El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos. Todo es admirable y deslumbrante en “Casablanca”, una obra inmortal de la que siempre salimos fascinados y con el corazón sonriendo a pleno latido: el relato, los planos, la fotografía, el guión infinito y el asombro de esos diálogos imposibles. La música. Siempre recordaremos el maravilloso Café de Rick al que todos querríamos volver y, por supuesto, a Sam el inolvidable pianista interpretado por Dooley Wilson, y al mejor Humphrey Bogart del mundo en la piel del duro y romántico Rick Blaine (cautivador y eterno personaje) junto a una guapísima Ingrid Bergman como Ilsa Lund. Y en torno a ellos París y sus días imborrables que siempre volverán y que dan estructura a una trama que es una crónica de la guerra pero también una apasionante historia de amor y de amistad y de ambientes. Siempre nos quedará Casablanca. La guerra y sus estragos, por dentro y por fuera, y las circunstancias en las que esa gran tragedia coloca sin escapatoria a la gente. Emocionarse con la Marsellesa es un apasionado símbolo de libertad. Maravillosamente dirigida por Michael Curtiz en 1942, con las bombas destruyendo el mundo, “Casablanca” es mítica porque no puede morir y se vuelve a ver una y otra vez: siempre llegaremos a ese hermoso final absolutamente enamorados. Mientras el tiempo pasa, la eternidad toma una cima en Casablanca.
Confieso que “Todo fluye”, del escritor ruso Vasili Grossman, es una de las novelas que más me ha impactado en los últimos años. Tan dolorosa como emocionante y trágica: pese a todo, el recuento de la verdad siempre es necesario y, por eso mismo, irremediablemente tocado de belleza. Un relato esencial contra el totalitarismo y para mí el paso previo a “Vida y destino”, la gran obra de Grossman en la que me embarco ahora con profunda admiración. La vida bajo la bota opresora que todo lo derriba en una desoladora destrucción: la libertad, el corazón, la grandeza, el alma humana. Una incisiva aguja clavada en las entrañas para meternos por dentro el siempre imprescindible recuerdo de que la libertad es el bien más preciado del hombre y que nunca jamás es un bien ganado, sino un eterno combate a librar todos los días. La batalla de la vida y la dignidad frente al poder absoluto y el sinsentido de la dominación y la muerte.
Vasili Grossman, escritor y periodista que cubrió la batalla de Stalingrado en la Segunda Guerra Mundial y fue el primero en dar la noticia al mundo de los campos nazis de exterminio, terminó convirtiéndose en un referente intelectual y literario, pero murió creyendo que su obra maestra, “Vida y destino”, jamás vería la luz. Afortunadamente se equivocó y hoy los libros de Grossman hacen del mundo un sitio mejor: “Todo fluye” es la novela que estremece y nos alerta contra las peores tentaciones de la condición humana, esa amenaza que nunca desaparece y que, como también advirtió George Orwell, nos pone delante la luminosa idea, no tan obvia, de que la libertad es la mayor conquista a la que aspira el ser humano. Y que nunca está suficientemente protegida porque no hay tiempos definitivos ni para siempre cristalizados, en expresión de Ortega.
Ahora se publica la versión íntegra sin censuras de “Stalingrado”, la que podría ser una primera parte de “Vida y destino”, y todo empieza a estar en su sitio en torno a este gigantesco escritor. Hay que leer a Grossman, un imprescindible.
🎸 Chris Isaak
Fijémonos en este cantautor californiano, también actor, que se llama Chris Isaak y en las canciones tan bonitas que compone. Con ese aire de melancólica languidez y un estilo clásico pero a la vez tan actual y para mí tan emotivo. Evocador y nostálgico, muy del gusto exquisito del director David Lynch, que ha llevado estas canciones a algunas de sus películas, y también el gran Stanley Kubrick y algunos otros cineastas. Chris Isaak es pura sensibilidad y, te guste o no, posee una elegancia natural que ha mantenido a lo largo de toda su carrera, iniciada en 1984. Sus primeros discos son preciosos y sorprendentes y están llenos de canciones tan personales que han emocionado a mucha gente y se han convertido en emblemáticas. “Wicked Game”, su primer gran éxito, es una sencilla y perdurable canción de amor que podría haber sido compuesta ayer de lo viva que está y la fortaleza con la que ha vivido el paso del tiempo. Una referencia en el universo de la canción de autor, del rock y del significado de amar la música y estar en ella siempre de pie y con una gran dignidad artística.
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