La ceremonia de la confusión
En esta segunda ola de la pandemia de la COVID 19, estamos asistiendo los ciudadanos a la gran confusión entre el gobierno central y los gobiernos de las comunidades autónomas, se ha pasado de ese mando único y el estado de alarma primero, que parece ser que dio sus frutos, al desgobierno total de ese cogobierno del gobierno con las comunidades autónomas, que en realidad no se sabe dónde va a parar.
España es uno de los países de Europa más descentralizado, las comunidades autónomas gozan de las mayores competencias que puedan tener otros estados federales. Y sin embargo, esa autonomía se deja por el camino muchos jirones que van haciendo mella e indiferente a muchos ciudadanos, y por tanto, cierto desprestigio de su capacidad para llevar las riendas en situaciones como las que ahora nos encontramos.
Ya puse en duda la gestión que las comunidades están haciendo con la pandemia, se parecen más a unos reinos de taifa, y que sus responsables están más preocupados por, sálvese quien pueda, y tomar decisiones pensando en los votos, que buscar soluciones para sus ciudadanos. Si ese es su objetivo, o al menos eso parece, lo que procedería y también lo avanzaba, desposeerlas de las competencias en educación y sanidad, pues ambas no se pueden dejar al albedrío de que cada cual haga de su capa un sayo.
Si lógicamente, al final, pase lo que pase, la responsabilidad va a recaer en el gobierno sea el que sea en el momento que tengan lugar hechos graves, es normal que estas competencias tan potentes que si no se gestionan adecuadamente, pueden crear mucha desigualdad entre los ciudadanos, sean gestionadas por los gobiernos centrales, esta es la triste realidad que nos está demostrando la pandemia que vivimos. Cada comunidad no puede ir a la guerra contra el bicho por sí misma, si no hay una lucha conjunta, el bicho se colará por todas partes. Esto no quiere decir que las comunidades autónomas no sean un buen instrumento para acercar la administración a los administrados, y que cumplan una buena función dentro del estado, lo que quiero decir es que sus presidentes y presidentas no están a la altura de lo que se requiere, pero creo en ellas y son una buena herramienta para resolver desde la cercanía los problemas de la sociedad.
Ayuntamientos por un lado, diputaciones por otro, por cierto, organismos poco democráticos y entiendo a suprimir, comunidades por otro lado y gobierno como máximo responsable, están haciendo que al bicho no se le controle, que campe a sus anchas y que los ciudadanos en general sientan miedo, que están desprotegidos, que cada cual va a lo suyo, que la gente se muere y ni si quiera se la puede acompañar en el funeral, que los mayores están solos en las residencias, que la gente se arruina, que los desaprensivos e irresponsables campan por sus anchas y no se ve que se les pueda sujetar, en fin, que nos vamos sumiendo en un caos que de seguir así, no sabemos hasta donde se podrá llegar.
Hay que llegar a un mando único, tomar el gobierno las riendas con todas las consecuencias, y las comunidades autónomas, ayuntamientos, diputaciones, y demás instituciones arrimar el hombro, exponiendo sus ideas, dejarse de mirar el ombligo, y cuando todo esto pase será el momento de dar un repaso al gobierno, pedirle cuentas y hacer lo que haya que hacer, pero ahora es el momento de salvar vidas, la economía y la cohesión social, si no se hace así, lo vamos a lamentar en el futuro. Si no luchamos juntos contra ese enemigo común, es que no hemos entendido nada y pagaremos las consecuencias.
No sólo la pandemia, hay muchos problemas, y problemas graves que se están acumulando diariamente que se necesita de una gran cohesión social y muchas dosis de consenso para poder resolverlos, que están poniendo en un brete hasta la misma democracia y sus pilares más firmes, la jefatura del estado se cuestiona, las instituciones susceptibles de renovarse están caducas, escándalos como Kitchen ponen en duda la lucha contra la corrupción, el independentismo aprieta, las declaraciones que se hacen están fuera de tono, o más bien ponen en entredicho ciertos pilares del estado, todos dicen ser muy constitucionalistas pero sólo cuando les vale a sus intereses, se colocan muchas banderas, no se para qué, en lugar de más hechos, reuniones que no sirven para nada solo para el postureo, el Parlamento se parece más a un centro de insultos y despropósitos, que a un lugar donde se debate , se legisla y se llegan a acuerdos para el bien de los ciudadanos, en fin... Esto parece una pesadilla que no tiene fin.
El país se tiene que poner a trabajar con una postura común, dejando atrás las cuestiones partidistas que a lo único que nos llevan es a la división, dejar el tú más y dándose cuenta que ese no es el camino, sí, es el camino que no llega a ninguna parte, sólo a la destrucción de la convivencia muy necesaria para que nadie se quede atrás en estos momentos tan delicados.
Si no entendemos que los problemas que tenemos hay que afrontarlos desde esa unidad necesaria para vencer, sobre todo al bicho, es que esta sociedad no está lo suficientemente madura, y yo no creo que sea así. España tiene recursos humanos y materiales como para salir adelante, así lo creo, y por tanto, lo único que procede es saber aprovecharlos.