Periodismo que algo queda
📰 Luna nueva: periodistas y tal
“Luna nueva”. Periodismo que algo queda. Delirante y divertidísima comedia sobre los periodistas y sus efectos colaterales, que son muchos: en la vida, en la política y hasta en el amor. Todo por un buen titular, incluso la verdad. Película trepidante, formidable, con un guión genial y un ritmo frenético que, pese a las risas y sonrisas, lleva su carga de mordacidad, su pizquita de ácida tristeza y también su sarcasmo y el perfil de una época que quizás termina pareciéndose dramáticamente a la nuestra, según la indulgencia con la que vayamos a mirarla. Hilarante drama disfrazado de comedia, o comedia que en el fondo es un drama: reír por no llorar. “Luna nueva”, magistral rodaje dirigido en 1940 por Howard Hawks y encantadoramente protagonizado por Cary Grant y Rosalind Russell, es un demoledor retrato coral del mundo de los periodistas, y los políticos alrededor, y ese caricaturesco principio no escrito que sobrevuela la conciencia del oficio: no dejes que la realidad te estropee un buen titular o cómo hacer que el extenso mundo encaje a capón en el estrecho molde tipográfico de las rotativas y sea capaz de sobrevivir a la demostrada capacidad creativa de los reporteros. Las muchas ganas de la canallesca de echarle sal a la vida y otros entretenidos canapés.
O sea, momento cumbre de Howard Hawks. Hay que meterse en “Luna nueva” con sentido del humor y con ternura, sin ánimo de demonizar y con muchas ganas de reírse de todo. Y ver el lado romántico de las cosas, el juego encantador y en el fondo no tan trascendental que hay detrás de cada paso en la vida, o casi. Encontrar el punto frívolo a las cosas serias, y viceversa, y hacer de todo una comedia, una novela, una ficción, que al fin y al cabo es el resultado imposible de la recreación del mundo a su manera que cada día hace el periodismo. No me extraña que esta “Luna nueva”, adaptación al cine de una pieza teatral de Ben Hecht y Charles MacArthur, le viniera tan a mano al gran Billy Wilder para su particular remake de 1974 con el título de “Primera plana”, otra obra maestra del gran genio de la ironía y la inteligencia más divertida del cine. O sea, que nadie se pierda “Luna nueva”: es genuina, es brillante, es locuaz, es urgente como las prisas eternas del humilde reportero, es un ejercicio cinematográfico de primera clase que todo lo llena de risa y de ingenio y donde todos los actores están para comérselos, de puro deliciosos. Relájense y a divertirse: gran Hawks y gran película.
📝 Ortega y el olvido
No sé si Ortega conserva muchos lectores en la España de hoy, pero me malicio pensando que su figura y su gran obra viven postergadas en una nebulosa de olvido tan significativo como injustificable. Metáfora de los tiempos binarios en los que España anda dividida y la expulsión a los arrabales de cualquiera que se salga de los estrechos carriles de la militancia y la secta. La doctrina puede con todo y aparta la inteligencia y el pensar con identidad propia. La libertad, en su plenitud, a veces no es una idea suficientemente apreciada y, como ha escrito hermosamente Pedro Cuartango, “Ortega, que fue un hombre bueno que jamás hizo daño a nadie, se tuvo que marchar de España porque no tenía sitio en este país tan dado al resentimiento y al revanchismo”. Eso que nos perdimos y nos seguimos perdiendo. Hubo un tiempo en el que leí mucho a Ortega, no sé si con la debida atención, pero siempre deslumbrado con la profundidad y belleza de sus palabras y su forma tan personal de escribir y pensar. He vuelto recientemente a “La rebelión de las masas” y en muchas de sus páginas he sentido el arrebato de pensar en la necesidad de que las sucesivas generaciones de jóvenes entren en el mundo de Ortega y alguien les enseñe la importancia de su pensamiento y el amor al caminar libres por el mundo y siempre levantarse después de cada caída. Frente a la complacencia actual y los pusilánimes, hay que saber que la vida también es derrota, pero que todo error conviene apresurarse a explotarlo “en vez de llorar sobre él”. Maravillosa idea de Ortega que nos lleva al concepto cervantino de vivir como camino en lugar de posada, incertidumbre en lugar de certeza y duda como base de progreso y crecimiento: “Al hombre mediocre no se le ocurre dudar de su propia plenitud”. O sea, hay que leer a Ortega. Y hay que hacerlo porque, como dijo Josep Pla, "escribe como un ángel" y "tiene momentos de suprema felicidad", el don de una "gracia considerable". Y más: "Un gran patriota y un gran buen hombre, tolerante y comprensivo". Pues eso.
⭐️ La estrella de Neil Young
Un tipo emblemático en la historia del rock y un activista siempre comprometido. Músico puro y personal, ácido y contundente, pero también combativo y gran defensor de las causas perdidas y de las que aún quedan por perder. Hasta el apocalipsis final. Creo que el canadiense Neil Young siempre se ha tomado muy en serio su carrera como estrella musical y ha sido coherente con su forma de entender el mundo e intentar arreglarlo a su manera. Compromiso, lucha, contestación, inconformismo: el espíritu de lo que alguna vez hemos pensado que era el rock and roll. Neil Young es un cantante, guitarrista y compositor tan rotundo y completo que se ha ganado su posición de privilegio en el Olimpo de los más grandes y lo ha hecho sumando discos y canciones inolvidables que siempre estarán en el corazón de la gente. A mí me encanta, incluso cuando es más radical y corrosivo: nos enciende una luz, un recuerdo, un punto en el horizonte. Su estilo y su forma de tocar han influido en varias generaciones a lo largo de más de medio siglo y de forma tan perdurable que ojalá no acabe nunca. Poderoso Neil Young. Una estrella que no se apaga.
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