Estamos en las fiestas navideñas y las Feministas de Pueblo queremos hacer una reflexión sobre el papel de las mujeres en estos días: cómo se acentúan los roles de género en esta época del año, qué se espera de nosotras y, además, las consecuencias del consumismo que se dispara durante estas fiestas.
Lo primero en lo que fijamos la mirada, y que año tras año se va denunciado desde el movimiento feminista, es la campaña de juguetes, que continúa teniendo en la mayoría de tiendas un marcado carácter sexista. El Instituto de la Mujer ha realizado este año un estudio sobre estereotipos y roles de género en la publicidad de juguetes, en el que encontramos algunos datos relevantes. El 68,2 % de los anuncios protagonizados por niñas se asocian a belleza o ámbito de los cuidados y solo el 7,4 % a guerrera o heroína. En el caso de los niños, a estos roles últimos corresponde el 71%, y solo el 13,3 % de los casos están relacionados con el ámbito de cuidados.
Aunque vivamos una relativa “igualdad formal”, dado que las leyes son iguales tanto para hombres como para mujeres, estamos viviendo una preocupante vuelta al “rosa y al azul”, es decir, desde edades muy tempranas se nos va señalando, con algo tan aparentemente inocuo como los juguetes, cuál es nuestro lugar en esta sociedad. Y parece que no haya pasado el tiempo, pues la publicidad sigue reproduciendo la misma foto fija: a las mujeres nos corresponde todo el ámbito de cuidados y la belleza (la nuestra), mientras que las profesiones tecnológicas o las actividades más interesantes les corresponden a ellos.
Por no hablar de los juguetes bélicos. Como sociedad deberíamos hacer una reflexión sobre las consecuencias que los juguetes que fomentan la violencia tienen para nuestro hijos varones. Las Feministas de Pueblo nos preguntamos si existe alguna razón para perpetuar, en las sociedades que se presuponen igualitarias, roles y actitudes que tienen que ver con la guerra. Y la respuesta es No. Nos sobran guerreros y nos faltan cuidadores, como la pandemia ha demostrado.
Por todo lo dicho, desde la Asociación de Feministas de Pueblo consideramos que es extraordinariamente importante que tanto escaparates como catálogos o sitios web expongan los juguetes de una manera más neutra, ya que, aunque pensemos que los niños y niñas eligen libremente lo que les gusta y lo que no, no podemos olvidar que estos mismos niños y niñas están recibiendo continuamente, a través de la publicidad, información sobre lo que es ser niño y lo que es ser niña según el mandato patriarcal tradicional. Y esto, además de coartar su libertad, impide el desarrollo de todo el potencial creativo de nuestras criaturas.
En segundo lugar, la Navidad también nos invita a fijarnos en algo que se repite sistemáticamente todos los años: la sobrecarga de trabajo en todo lo que tiene que ver con los cuidados, trabajo que se triplica durante estas fiestas. En la mayoría de hogares son las mujeres las encargadas de preparar cenas y comidas familiares, organizar actividades para los niños, que están disfrutando de vacaciones escolares, realizar las compras y encargos de todos los regalos (tanto para la familia propia como para la de la pareja), cuidar de que todo el mundo se sienta cómodo, es decir, hacer de mediadoras y psicólogas para evitar conflictos.
Y, por supuesto, cómo no, estar perfectamente arregladas y con una sonrisa en la cara. En fin, no por mucho repetirlo es más verdad, pero ya va siendo hora de que en nuestros hogares las tareas de cuidados sean realmente compartidas por todos los miembros de la familia para que las fiestas pudieran ser disfrutadas por todas las personas por igual. En este punto, las Feministas de Pueblo sugerimos no poner las necesidades de toda la familia por delante de las nuestras, a costa de nuestro sacrificio e insatisfacción, y enseñar a nuestros compañeros que ayudar de forma puntual, eligiendo la tarea, lugar y momento según su conveniencia, no es corresponsabilizarse de las tareas de cuidados, sino poner parches.
Y para finalizar, una vez terminadas las fiestas, vienen los propósitos de Año Nuevo. Si hacemos un recorrido por las principales revistas dirigidas a mujeres, estos suelen ser siempre los mismos: llevar una dieta equilibrada, seguir rutinas de limpieza facial, apuntarse al gimnasio, etc…; la cuestión básica que se nos vende es mantener a raya nuestro cuerpo, volverlo a domar para que entre en los patrones a los que se supone que debe acomodarse para estar atractivas.
En cambio, para los hombres, el repertorio de propósitos va más enfocado a la intelectualidad y la salud: se les anima a leer más libros y pasear por el campo, y cuando se les recomienda apuntarse a un gimnasio, es para estar sanos, no para estar delgados y así gustar a los demás. Por eso, las Feministas de Pueblo sugerimos, como propósito de Año Nuevo, gustarnos a nosotras mismas tal y como somos, y empezar a dejar de pensar que nuestros cuerpos están mal hechos.
No podemos terminar estas reflexiones sin hacer una última alusión a un problema que también nos preocupa especialmente: durante estas fiestas se dispara el consumo, se multiplican los pedidos online que requieren transporte, realizamos grandes compras de alimentos que, en un alto porcentaje, acaban en la basura y, en definitiva, aumentamos significativamente la huella ecológica que nuestro día a día produce en el planeta.
Hacer las compras de forma racional, apostar por el consumo local siempre que sea posible, aprovechar el papel de regalo de otros años, hacer manualidades y juguetes con materiales reciclados, regalar juegos compartidos y de comercio justo, son medidas que podemos tomar entre toda la familia para no acelerar la degradación de nuestro entorno.
No se trata de hacer un cambio parcial, sino de cambiar de una vez y para siempre las dinámicas tóxicas, aquellas que tienen consecuencias nefastas tanto para las personas que nos rodean como para el planeta que nos sostiene: juguetes sexistas que estereotipan todavía más a niñas y niños, juguetes violentos que no proporcionan valores aceptables en una sociedad que aboga, al menos en teoría, por la resolución de conflictos no violenta; consumo excesivo e irracional de alimentos y de artefactos tecnológicos, etc., etc.
Los hechos considerados de forma aislada no tienen sentido, mirados en su conjunto, sí. Estamos ante una particular forma de violencia que tiene que ver con otro mandato patriarcal, aquel que dice que los recursos de la tierra están a nuestro servicio.
Así pues, para terminar, las Feministas de Pueblo os invitamos a disfrutar de unas Navidades en paz, solidarias, cuidadosas con el medio ambiente, compartidas y, por supuesto, vividas con conciencia feminista. Nosotras no pensamos interiorizar la impotencia, ¿y tú?
Feministas de Pueblo CLM