La situación económica de España en un marco de triple crisis
La situación en la que se encuentra España en estos momentos es la propia de la triple crisis que le afecta: la sanitaria, la institucional y la económica que, por cierto, están interconectadas entre sí pero que no son las tres consecuencia de la Covid-19, si exceptuamos a la sanitaria, si bien es verdad que la pandemia ha agravado las otras dos que ya existían. Con respecto a la primera, la sanitaria, hay expectativas de que sea superada en poco tiempo gracias a las vacunas, aunque los efectos de esta crisis han sido muy tristes: alrededor de 80.000 muertos, sin olvidar las personas que se quedarán afectadas para toda su vida- Esta crisis, sin embargo, ha puesto de manifiesto que, aunque el sistema sanitario europeo es el mejor del mundo, es insuficiente ante un acontecimiento tan imprevisto y tan devastador como la Covis-19 y por tanto necesita una actualización.
Es muy preocupante el enorme e inexplicable retraso en la administración de vacunas pese al ofrecimiento a colaborar de Ayuntamientos, Organizaciones Colegiales de Médicos, Odontólogos, etc. Veo tremendamente acertado el tuit que ha hecho mi compañero Antonio Alarcó Hernández que dice: “Cada día que pasa sin vacunar se está jugando gravemente con la salud. Hay que utilizar todos los recursos públicos, concertados, privados, sanitarios, farmaceúticos, ejército, cruz roja… para lograr que se consiga una inmunidad de rebaño y así tener motalidad 0”.
La crisis institucional es, desde nuestro punto de vista, la más preocupante y de mayor dificultad en su solución ya que ningún país comunitario se encuentra en una situación tan grave como España: un parlamento muy fraccionado y enfrentado que impide acuerdos de Estado; un cuestionamiento de la unidad del propio Estado y de todas las instituciones que lo configuran; una deriva autoritaria… y todo ello en un ambiente de populismo acompañado de la casi endémica corrupción.
La crisis económica exige ser planteada desde el punto de vista de los datos y de las soluciones propuestas en los presupuestos aprobados para 2021. En lo que respecta a los datos nos vamos a fijar en:
a) El empleo: tenemos 107.000 empresas menos que hace un año; hay 3.888.137 parados, 725.000 más que hace un año; también tenemos 755.613 trabajadores en ERTE, cuyo número no se reduce, sino que ha aumentado en los últimos meses, apuntando a una cronificación del problema y a que muchos de esos empleos no se recuperen nunca; desde que gobierna Sánchez (junio 2018), se han creado 283.000 empleos públicos, mientras que se han destruido 242.000 puestos privados; el resultado es que la tasa de paro es el 17%, pero si incluimos los trabajadores en ERTE supera el 20%, lo que nos sitúa a la cabeza del desempleo en Europa, duplicando la media de la zona euro. Con datos más precisos: el paro femenino es un 42% más alto que el paro masculino y el paro juvenil nos ha llevado a conseguir el record de que uno de cada tres jóvenes europeos que han quedado en paro es español, alcanzando así una tasa del 40% que resulta ser el doble de la media europea.
b) Cuentas públicas: al cierre del mes de noviembre todos los ingresos del Estado habían caído, en su conjunto, en un 12,8% (IRPF -16,8%; IS -15,9%; IVA -14,0%) mientras que los gastos habían aumentado un 19,1%, generando un déficit de 78.946 M€, cifra que suponen el -7,2% del PIB. Pero, por si esto fuera poco, las previsiones del Gobierno es acabar el año 2020 con un déficit de -11,3%, o lo que es igual un agujero de -125.000 M€, al que hay que sumar, al menos, otros -95.000 M€ en 2021 si se cumplen las previsiones del Gobierno.Y, por último, la deuda pública asciende a 1.306 MM €, que equivale al 114,1% del PIB, deuda que, en el acumulado de 2020 a 2022, se disparará en casi 27 puntos del PIB, según las estimaciones del Banco Central Europeo, y que significa que en el próximo año España repetirá como el socio de la eurozona con mayor déficit público.
c) El Producto Interior Bruto (PIB) en 2020 hemos perdido entre 140.000 y 150.000 M€ de PIB, cuya recuperación a los niveles anteriores requiere, al menos 3 años. Esta perdida se explica porque en los once primeros meses de 2020 los turistas han descendido en 61 millones con respecto al año anterior; porque el automóvil, del que España es el segundo fabricante europeo, ha reducido su producción en un 19,0%; porque las exportaciones han caído un 11,9% con respecto al año anterior y el Indicador de Confianza del Consumidor ha descendido un 22,8%,y no olvidemos que el consumo de las familias es clave para afrontar la recuperación económica.
Esta realidad económica no se debe en exclusiva a la pandemia pues el punto de partida ya era malo (había claros indicios de desaceleración, se venía destruyendo empleo, la oferta y la demanda estaban en shock, y había, en febrero de 2020, 15.600 autónomos menos que en junio de 2018). Datos que manifiestan que nuestra vulnerabilidad antes de la Covid-19 era grande. En el empeoramiento de este punto de partida durante la pandemia han influido, y no poco, el descontrol de las cuentas públicas y el erróneo diagnostico inicial: la ministra Calviño afirmaba, en marzo de 2020, que el impacto del coronavirus iba a ser “poco significativo y transitorio”.
Los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para 2021, que son la manifestación o propuesta de Pedro Sánchez para solucionar la crisis, adolece de un mal endémico: repetir la estrategia errónea de Rodríguez Zapatero en 2009 que consistió y consiste en incrementar el gasto público en todos los niveles de la Administración con la esperanza de que así se reactive el consumo y con ello se pueda crear empleo, política que fracasó y fracasará. Si no hacemos reformas que mejoren nuestra competitividad y hagan posible el incremento de los ingresos a través del crecimiento y, a la vez, reducimos los gastos que sean ineficientes e improductivos, seguiremos siendo incapaces de conseguir unas cuentas públicas sostenibles y si estas no logran ese objetivo pondremos en riesgo el estado de bienestar. Algún especialista ha calificado las cuentas de 2021 como un insulto a la inteligencia.
El Gobierno todo lo confía en el dinero que nos vendrá de Europa pero olvida que los 140.000 millones prometidos, aparte de su carácter finalista, son insuficientes y sería conveniente que se plantease y contestase algunas de estas preguntas: ¿Cómo se pagarán los 100.000 millones de los créditos ICO? ¿Cómo se producirá la recuperación de la industria turística?¿Cómo se recuperarán los comercios que se han destruido? ¿Qué sectores espera el Gobierno que actúen como motores?
Juan Antonio Callejas Cano. Diputado nacional por Ciudad Real. Grupo Parlamentario Popular. Portavoz Partido Popular provincia de Ciudad Real