Hambre para mañana
Los pueblos y sus gentes siempre han hecho un uso sabio del refranero. Esas mismas gentes que no hace tanto tiempo eran tratadas de pueblerinos, como si el ser de pueblo fuera unido a un menor grado de ciudadanía o tuviera que estar relegado a lo agrícola y ganadero.
Afortunadamente esa concepción ha cambiado, y no solo porque el mundo rural entraña mucho más de desarrollo saludable para las personas que habitan o se acercan a él, sino porque es desde éste desde el que se reivindica (con justicia) una vida plena, social y económicamente sostenible.
De ahí que el refrán “Pan para hoy y hambre para mañana” sea una de las frases que resumen el rechazo a aquellas actividades que, conllevando una aparente creación de empleo, por sus características de precariedad y la cantidad de impactos negativos que la rodean, viene a resultar una actividad no deseada.
Tal es el caso de la instalación de la macrogranja que se pretende en el término municipal del Pozuelo, en un municipio de 481 habitantes en el que el paro apenas representa el 9 % de su población, prácticamente inexistente en el sector agrícola, y donde el principal motivo de búsqueda de empleo se encuentra en el sector servicios. La instalación de una granja con más de 85.000 cerdos, solo dejaría en nuestra provincia la cría, con la multitud de efectos negativos que conlleva, sin que el territorio se aproveche del valor añadido que podría suponer la transformación alimentaria y elaboración de productos cárnicos.
Es esta una actividad económica que además de generar poco empleo directo, tiene carencias de calidad y estabilidad en sus condiciones laborales. En cambio, supone un coste social importante por el impacto medioambiental que implica (contaminación del aire, acuíferos y suelos, elevado consumo de agua, riesgos para la Salud pública por una mala y difícil gestión de los purines); y también económico (ya que la instalación de este tipo de actividad ahuyenta otras como el turismo, comercio…). Y lejos de asentar población contribuye (como ya lo está demostrando en otras zonas) a la emigración del campo y por tanto a la despoblación.
Solemos hablar de lucha contra la despoblación como si fuera un mantra o una moda políticamente correcta. No obstante, la lucha contra la despoblación y el cuidado de nuestros pueblos pasa por mirar a los ojos de sus gentes y pelear porque la cohesión social y territorial que persigue el desarrollo rural sea una realidad.
La sociedad en general debe aspirar a progresar y defender a cualquier ciudadano/a allá donde viva. Debemos defender actividades que permitan un desarrollo con tres premisas principales: viabilidad social, económica y ambiental. Las planificaciones de hoy no pueden estar hipotecando nuestro futuro, de lo contrario estaremos sembrando hambre para el mañana.
Paqui Jiménez. Secretaria provincial de empleo yformación de CCOO Albacete