Más control. El Código QR
Para la reapertura de bares y restaurantes el Gobierno de Castilla-La Mancha obliga a los clientes a descargarse un código QR proporcionado por la propia administración regional para que facilite el rastreo y la localización de los usuarios en el caso de contagios, y así poder realizar un control sanitario, teniendo por lo tanto –según nos dicen- un “ocio responsable” en Castilla-La Mancha. El cliente se registra en una web, a la que los hosteleros no tienen acceso, pero sí la Consejería de Sanidad almacenando nuestros datos durante 28 días según la normativa. A fecha 18 de febrero y con las cifras ofrecidas por el Gobierno regional, un total de 401.633 de los algo más de dos millones de castellanomanchegos ya se han descargado voluntariamente el código QR personal y casi 8.000 bares y restaurantes de toda la región.
Han pasado varias semanas desde su aplicación y tanto a hosteleros como a particulares nos surgen dudas y preguntas como que si ¿estas aplicaciones de rastreo de contactos cumplen con la normativa de la Ley de Protección de Datos y el respeto a la intimidad de las personas? La polémica ya surgió con la aparición de la herramienta Radar-Covid y está claro que la puesta en marcha de este código QR en estos momentos en Castilla-La Mancha también plantea dudas. Está todo amparado y argumentado en que es necesaria la app para el control de los brotes del coronavirus y por el bien de nuestra salud pública. Son medidas tomadas por los gobiernos para contener la propagación de la epidemia, pero son decisiones que en cierto modo afectan a la privacidad, a la intimidad y a la libertad de movimientos, entre otros derechos.
Al margen del marco jurídico en el que estas aplicaciones están reguladas, que en su mayoría son fiables y seguras, nos preocupa la vigilancia y el control que pueden tener sobre nosotros, porque ¿dónde queda nuestra libertad y nuestra intimidad? Cierto, que es previa autorización nuestra al registrarnos, pero ¿qué podemos hacer? La respuesta seguramente sea hacer un buen uso de las aplicaciones, y seguramente acatar todas las recomendaciones que nos digan como ciudadanos responsables. Somos conscientes de que poco a poco las autoridades y las empresas tecnológicas son dueñas de nuestros movimientos y de que cada vez hay más limitaciones y más controles, cuando en realidad debería de bastar con nuestra responsabilidad individual de cumplimento de las medidas especiales de lucha contra la pandemia. Sin embargo, nuestra responsabilidad no es suficiente porque el grado de responsabilidad ciudadana no es igual en todos sitios. Todo control es poco para frenar la expansión del virus y así reducir los contagios, pero hay que tener en cuenta, y hay que reflexionarlo, que todo lo que suponga control conlleva riesgos en nuestra privacidad.