Si tuviese que echar la vista atrás para analizar y repasar algunos de mis trabajos en sede parlamentaria, sin duda, uno de los que más orgullo me hace sentir fue el que en 2018 hizo que en España se instaurase el Día de la Conciliación y la Corresponsabilidad, siendo el primer país a nivel internacional que fijaba en el calendario una fecha en la que se reconocía la importancia de implicar a hombres y mujeres en el cuidado familiar y del hogar.
Conseguir que a través de una iniciativa personal quede reconocida una fecha tan importante para todos me hace sentir un inmenso orgullo, no por el hecho de haberlo sacado adelante, sino por hacer posible que durante al menos un día, este problema se ponga de manifiesto y ocupe con preponderancia el lugar que debe tener en la construcción de nuestra sociedad.
El 23 de marzo es un fecha que nos debe servir para concienciarnos de la necesidad de una implicación equitativa, porque estoy convencida que a través de la conciliación familiar y laboral, se abrirán de par en par las puertas que nos guíen hacia la igualdad real de oportunidades que las mujeres merecen.
Es cierto que en la última década la implicación de los hombres en el cuidado del hogar y de los niños ha ido incrementándose y que la sociedad ha ido dejando claros síntomas de un cambio que era necesario.
Sin embargo, las cifras siguen dejando claro que estamos lejos de que se produzca una igualdad real, porque siguen siendo las mujeres las que renuncian a sus profesiones, a sus estatus laborales, para seguir ocupándose de una tarea que históricamente ha estado ligada a los roles de género.
En este cambio de condiciones debemos implicar a las empresas. Según los últimos datos oficiales, casi la mitad de trabajadores (un 49,55 %) no pudo modificar su jornada laboral para asumir responsabilidades relacionadas con el cuidado de otras personas.
Sin embargo, lo que es más preocupante es que entre las empresas que sí prevén programas para la conciliación, la demanda de las mujeres sigue siendo muy superior a las de los hombres, un 37,7 % frente al 4,9 %.
Tal como en 2018 expuse en el Congreso de los Diputados al presentar la iniciativa que hizo posible la instauración de este día, sigue siendo necesario avanzar en materia de conciliación de la vida familiar, laboral y personal y en la corresponsabilidad.
La pandemia ha servido para cambiar los hábitos laborales, haciendo que el teletrabajo gane presencia, permitiendo estar más tiempo en casa sin que haya habido más remedio que equilibrar el reparto de funciones para cumplir con las obligaciones laborales.
En este sentido hay que encontrar un equilibrio entre esta nueva fórmula y la sobrecarga de trabajo que para muchas mujeres ha supuesto este nuevo método laboral que han tenido que compaginar junto con las tareas diarias, que les ha llevado a pedir el apagón digital para poder desconectar del puesto de trabajo.
Existen mecanismos que permiten hacer viable una conciliación real y debemos aprovechar las oportunidades que se han derivado de este momento histórico, donde la resiliencia ha cobrado más sentido que nunca. Desde la concienciación y utilizando la corresponsabilidad y la conciliación como llaves, debemos avanzar hacia la igualdad real entre hombres y mujeres.
Es inadmisible que las mujeres sigan ocupándose del 70 % de las tareas del hogar y del cuidado familiar al que en muchos casos se suma la sobrecarga del trabajo remunerado.
Por cifrar esta situación, si las horas que las mujeres dedican al cuidado del hogar estuviesen reguladas, se produciría un impacto positivo de 426.372 millones de euros sobre el PIB de nuestro país (un 40 % del total).
La legislación será un instrumento que tendrá que ir perfeccionándose, para optimizar la conciliación familiar y personal; sin embargo, en este proceso, será la conciencia de la sociedad la primera de las pruebas a las que debemos hacer frente.
Carmen Quintanilla Barba.Presidenta Nacional de AFAMMER