La soledad, otra pobreza
Después de un año de pandemia, y cuando ya se nos está anunciando la cuarta ola, el coronavirus ha agravado la soledad de las personas, no sólo de nuestros mayores sino también de jóvenes que por las restricciones de movilidad derivadas de esta crisis no pueden ni visitar ni relacionarse con sus familiares o amigos. Para la mayoría de los ciudadanos es una soledad no deseada y desde hace años es una nueva pobreza que nada tiene que ver con la edad, con la clase social o con el lugar donde se viva.
Es cierto que debemos de tomar todas las medidas de prevención para protegernos del virus, sobre todo las personas más vulnerables y de mayor riesgo, pero este distanciamiento está provocando el aislamiento de muchas personas, haciendo que las enfermedades empeoren. Y es que adaptarse a esta nueva vida no está siendo fácil para nadie, pero es todavía si cabe más difícil para las personas que están solas, o aunque viviendo acompañadas se sienten solas. El impacto de la soledad es enorme; a la sensación de soledad se une la tristeza, la depresión, el miedo y la inseguridad, consecuencias emocionales graves que limitan mucho más la vida diaria, y que pueden llevar al suicidio.
Como dijo Aristóteles “el ser humano es un ser social por naturaleza”. Anhelamos contacto físico, hablar, relacionarnos con los demás; no sólo telemáticamente como se está haciendo en este año covid, pues esto ya se hace insuficiente; necesitamos a nuestros familiares, a nuestros amigos, compañeros de trabajo o incluso a la gente que no conocemos y que coincidimos paseando o en un restaurante; urge convivir en sociedad sin restricciones. Durante más de un año nuestras relaciones han sido muy limitadas y nos hemos convertido en seres individualistas en muchos casos por obligación y por protegernos.
Poco a poco vamos conociendo más datos sobre la transmisión del coronavirus. Hace un año todo era nuevo. Ahora sabemos que el uso de la mascarilla es esencial en nuestras vidas y aunque a ritmo lento las vacunas van llegando; ya queda menos tiempo para que podamos retomar la vida que hace más de un año teníamos, pero sin embargo mucha gente seguirá sintiéndose y estando sola. La epidemia del siglo XXI también es la soledad.
Por este motivo son más que fundamentales iniciativas y actividades que ayuden a combatir la soledad, campañas que sensibilicen sobre la misma y que fomenten los lazos sociales entre las personas. Ejemplos hay varios como puede la Estrategia contra la Soledad de Reino Unido que se materializó en la creación en 2018 del Ministerio de la Soledad, o el reciente nombramiento en febrero de 2021 de un ministro en Japón para atender la soledad y reducir los suicidios en este país; o estando más cerca la acción “Manzanares acompaña” una iniciativa de este ayuntamiento de Ciudad Real que pretende romper contra la soledad de las personas mayores .
La lucha contra la soledad debería de ser un asunto relevante para los políticos y debe realizarse desde las instituciones ofreciendo servicios, recursos y soluciones que ayuden a cubrir esta pobreza. Todos los ciudadanos tenemos que ser más empáticos con las personas que se sienten y están solas. Una enfermedad que se sufre también en silencio. Ahora que estamos en campaña electoral, ¿Qué iniciativas llevan los partidos políticos para combatir la soledad no deseada?