Y hoy el caramelo es... para los autónomos
Un caramelo, sí. Pero del más puro ricino reconcentrado.
Como la visión que de nuestra economía tiene el Gobierno del que procede. Invasiva, productora de semillas significativamente viables y altamente venenosas. Espero disculpen los lectores mi alusión a las características de esta bella planta arbustiva, para tratar de ejemplarizar la última ocurrencia de quienes nos gobiernan, aunque poco gestionan y aún menos empatizan.
Ahora les ha llegado el turno a los ricos autónomos. Ésos que parecen ser de otra galaxia a juzgar por la salud de hierro que exhiben con independencia de su realidad. Esos a los que el arte podría perfectamente inmortalizar como al joven titán a quien Zeus condenó a cargar con todo el cielo sobre sus hombros.
Porque no era suficiente con la espada de Damocles que llevaba días cerniéndose sobre nuestras cabezas y que empezó a pender en el momento en el que aventajados asesores, situados a tres metros sobre el nivel del suelo, comenzaron a pergeñar en su Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia.
Un Plan hecho de tapadillo, sin reuniones, sin consenso, sin diálogo social, sin luz y aún menos taquígrafos.
Un Plan que lejos de convertirse en la herramienta para acometer reformas estructurales, empezando por echar el freno a una deuda desbocada e inasumible convertida ya en “factor vulnerable” –dicen aquellos expertos que de esto saben mucho-, lo que de verdad esconde es una subida de impuestos que nos va a dejar a todos –y a todas- con la talla 34 (de tanto apretarnos el cinturón).
Pero el Gobierno, con la pedagogía que le caracteriza, quiere que cambiemos nuestras conductas a impuestazo limpio. Y entonando el consabido discurso buenista sobre su objetivo de hacer todo esto en pos de consolidar la fiscalidad ambiental y darle un impulso a la economía verde, nos va a dejar el bolsillo tiritando.
Debe ser que sus calculadoras no tenían en la pantalla suficientes ceros después de haber calculado la probable recaudación tras la subida de impuestos sobre el diésel, o sobre los plásticos y los residuos, o sobre el patrimonio, o sobre los gases fluorados, o sobre el impuesto de circulación y matriculación, o los peajes de las autovías o el impuesto a los billetes de avión.
No, ni siquiera con estas subidas impositivas las calculadoras alcanzan a tener tantos ceros como para dar respuesta a los gastos de una estructura estatal elefantiásica, como es la de este País.
Por ello ahora, en eso de la recaudación, les toca el turno a los autónomos que se acaban de enterar por la prensa –como apuntan ellos mismos desde uno de los colectivos que les representan- de que hay una propuesta sobre la mesa donde se incluyen unas tablas de cotización con las que no están de acuerdo ni tampoco conocían puesto que no había existido diálogo previo.
Cada día entiendo mejor por qué el Plan del Gobierno incluye la palabra “Resiliencia” en su denominación.
Susana Hernández del Mazo. Concejala no adscrita Ayuntamiento Talavera de la Reina