Nuestros municipios, la fuerza de lo cercano
Municipalista por convicción y vocación, concibo el mundo a través de los ojos de una alcaldesa convencida de que todo pasa en lo local y todo pasa por lo local, y durante estos 14 meses he podido comprobar que, pese al carácter mundial de la pandemia, ese ámbito local se ha evidenciado esencial en la gestión de la crisis sanitaria, social y económica.
La realidad nos ha golpeado con fuerza y, aunque ahora la vacuna nos permite dibujar un halo de esperanza, no podemos olvidar imágenes que ya están grabadas a fuego en el imaginario colectivo: una mujer besando a su nieto a través de la tablet; el silencio ensordecedor de las calles roto por el rugido de los tractores de nuestros agricultores, siempre dispuestos a colaborar en la desinfección de cada pueblo; el pitido intermitente de los grupos de WhatsApp de las centenares de costureras voluntarias que robaban horas al sueño para fabricar mascarillas; los aplausos emocionados al personal sanitario y a cada profesional que ha dado lo mejor de sí mismo en los momentos más duros; o la gran lección que nos han dejado nuestros niños y niñas. Sin olvidar nunca el dolor irreparable de quienes han perdido a un ser querido sin un último beso, sin un apretón de manos que dijera estoy aquí.
Y en ese contexto, uno que nunca imaginamos vivir, los Ayuntamientos han jugado un papel fundamental. Convertidos en auténticas trincheras donde, cada día, se ha librado una batalla para hacer frente a la COVID-19. Evidenciando que, una vez más, el municipalismo ha sido el primer y más efectivo muro de contención. Las Entidades Locales se colocaron, desde aquel imborrable 14 de marzo de 2020, en la primera línea de trabajo, respondiendo con alta dosis de responsabilidad y eficacia; forzando, hasta límites insospechados, sus capacidades administrativas, competenciales y financieras.
Y es justo reconocerlo porque, a pesar del déficit financiero, del intento de laminación de competencias y del freno a la autonomía local que supuso la legislación del PP (LRSAL), los Ayuntamientos han mantenido su compromiso con la ciudadanía y con el funcionamiento de los servicios públicos. En esa esfera local, donde la gestión tiene rostro y nombre, la proximidad al problema y a quienes lo padecen hace que sea muy difícil, no solo en términos políticos sino también estrictamente personales, que la responsable local mire para otro lado o justifique su inacción invocando la falta de un título competencial que habilite para actuar.
Lo cierto es que esta crisis ha puesto a prueba la capacidad de respuesta de todas las Administraciones Públicas, remarcando la importancia de la cogobernanza, así como la imprescindible necesidad de coordinación y colaboración entre las instituciones a todos los niveles (local, provincial, regional y nacional), con una bien entendida lealtad institucional multidireccional. El ‘efecto suma’ entre administraciones ha demostrado tener un ‘efecto multiplicador’, reforzando recursos y esfuerzos públicos cuando más se necesita y primando el interés común por encima de intereses partidistas, para salir cuanto antes de esta situación sin que nadie se quede en el camino.
Además, esta pandemia y sus devastadores efectos han puesto de manifiesto que sí existía una fórmula diferente para abordar una crisis: una en la que se ha primado lo público frente al desmantelamiento de servicios o a las privatizaciones; en la que la inversión pública se ha priorizado para generar un escudo social sin precedentes que ha protegido y protege a familias, a empresas, el empleo…, en lugar de apostar por los recortes que tanto daño hicieron a esta región de la mano del Partido Popular.
Sin embargo, es en momentos como este, cuando vienen ‘mal dadas’, cuando más valoramos unos servicios públicos de calidad en nuestros municipios y debemos apostar por la política como una herramienta para sumar fuerzas y mejorar los servicios que se prestan a la ciudadanía. Algo que los Gobiernos Socialistas, en cada institución, llevan a la práctica, colocando a las personas en el eje de la acción política y con esa premisa han gestionado la mayor pandemia que hemos vivido en los últimos 100 años.
Es el momento de la política en mayúsculas, la que exige pactos, diálogo y consenso, la que elige sumar sinergias y esfuerzos, y quien no entienda esto, no habrá entendido el tiempo en el que nos ha tocado vivir. Debemos estar a la altura de las circunstancias y, sobre todo, de la sociedad a la que representamos. Decía, Finn Kydland que “la enemiga de la prosperidad es la incertidumbre que genera la mala política” y aquí, en Castilla-La Mancha, esa mala política tiene nombre y apellidos. Se llama Partido Popular de Castilla la Mancha y ha jugado siempre a la contra, anteponiendo el oportunismo y el interés estratégico, demostrando una absoluta irresponsabilidad. Pero frente a esto se levanta una sociedad vital, luchadora y optimista que tiene la certeza de que desde el PSOE trabajamos todos los días para mejorar la vida de cada vecino y cada vecina de nuestra tierra.
Josefina Navarrete Pérez. Diputada del Grupo Socialista en las Cortes de CLM y alcaldesa de Barrax (Albacete)