Las alas de las mariposas
Quién con tanta crueldad pudiera arrancar por sus variados colores las alas a una mariposa, sin sentir dolor por el vuelo arrebatado, vergüenza por la cobardía excretada por los que henchidos de un falso valor las cortaron, repulsión por la inerte belleza arrancada.
No yace la mariposa por su condición de mariposa, diversa, libre, cada una distinta, todas iguales; yace por el miedo que su vuelo provoca en aquellos que no pueden volar, esclavos de sus propias alas, demasiado pesadas, demasiado oscuras, demasiado estáticas.
Todos somos mariposas, y todos y todas tenemos nuestras propias alas, alas que vamos conformando a lo largo de nuestra vida, incorporando cada experiencia, cada deseo, cada necesidad, cada alegría o cada tristeza, alas con las que podemos nacer pero que no nos deben condicionar nuestro derecho a volar libremente, a expresarnos como queramos, y volar junto a quien elijamos.
No crean que es fácil saber volar, a veces no se aprende en una vida, por decisión autoimpuesta, por no querer salirse del vuelo establecido o lo más lamentable, por temor o imposición de otras mariposas.
Por eso es tan importante la educación, enseñar a todas las mariposas a volar, indistintamente de sus alas, a volar con el corazón, con los sentimientos, con los pensamientos y sobre todo enseñar que todas son iguales, con los mismos derechos y obligaciones, a volar y dejar volar como cada una desee, a volar y dejar volar junto a quien cada una decida, a valorar que la diversidad enriquece, y que todos los vuelos son importantes, necesarios y bellos, o no tanto.
Por desgracia hay gusanos, pocos, pero los hay, aquellos que potencialmente podrían haber sido mariposas, y se disfrazan para confundirnos, pero realmente prefieren seguir arrastrándose sobre su propio intestino con tal de sacar rédito de las desgracias de las mariposas como arma, las de todas, las que vuelan, las que necesitan aprender, las que quieren y no pueden y las que no saben.
Disculpen la metáfora, pero la lamentable y cobarde muerte de Samuel, que por las noticias de última hora, sin descartar nada, pareciera no haber sido motivada por odio homófobo, sí debe hacernos reflexionar, así como ciertas leyes de otros países, por muy legítimas que sean.
Personalmente soy crítico con ciertas políticas actuales, declaraciones, actuaciones incluso legislaciones, pero sobre todo tengo una máxima universal, dejar volar a cada uno como le plazca y con quién le plazca, enseñar el respeto, el valor y la belleza a la condición humana, y no a la identidad sexual.
Sólo la educación con mayúsculas, puede enseñarnos a conformar y batir las alas que nos permitan volar en libertad, respeto y armonía.