El mes de diciembre es el mes de la Navidad, es la época en la que los cristianos nos preparamos para celebrar el Nacimiento de Jesús, pero también es el momento en el que muchas personas se reúnen con familia y amigos para celebrar gozosamente la vida: nos hacemos regalos, tenemos vacaciones, hacemos balance de lo vivido. En definitiva, es un mes especial para todos.
Pero para la Unión Europea, concretamente para la Comisaria Europea de Igualdad, el mes de diciembre no es el mes de la Navidad, es el mes de las fiestas de invierno. Esta polémica surgió el pasado 30 de noviembre de 2021, cuando se dio a conocer una guía de uso interno con unas directrices para una comunicación inclusiva, elaborada por la Comisaria Europea de Igualdad, en la que se recomendaba, entre otros muchos aspectos relativos a esta materia, que los funcionarios europeos felicitaran las fiestas y evitaran usar la palabra “navidad”. Este dossier posteriormente fue retirado.
En las instrucciones de la Comisaria Helena Dalli lo que se pretendía era “ilustrar la diversidad cultural de Europa y destacar la naturaleza inclusiva de la Comisión Europea con respecto a todos los modos de vida y creencias de los ciudadanos europeos”. Al margen de que fuera un documento interno, de trabajo para las instituciones europeas, es llamativo que la Unión Europea, en su política de uso de un lenguaje inclusivo y con la excusa de la existencia de distintas creencias de los ciudadanos, quiera obviar que las raíces de Europa son cristianas y que la herencia cultural y religiosa todavía permanece en los países de la Unión Europea. No en vano, uno de los padres fundadores de la UE, el francés Robert Schuman, es un ejemplo de vida cristiana, un laico presente en la vida pública, que tiene abierto un proceso de canonización.
En estos valores cristianos que estuvieron presentes en los orígenes de la entonces llamada Comunidad Europea, se encuentra la tolerancia por los demás, el respeto por la religión y las creencias de otras personas. Felicitar la Navidad no es un insulto para nadie. Al igual que nosotros, los cristianos, celebramos el Nacimiento de Jesús o la Resurrección, otras religiones celebran otras fiestas y los poderes públicos se felicitan por ello. En la mayoría de las religiones se conmemoran hechos importantes y esto no tiene que ser motivo de ofensa, nada tiene que ver con la inclusión.
Ahora tenemos una nueva oportunidad para reflexionar sobre el significado de la Navidad y para seguir manteniendo nuestras tradiciones y costumbres religiosas, como es felicitar la Navidad al mundo, independientemente de la cultura o religión que tengamos o de las recomendaciones que se indiquen desde ciertas instituciones.
GRUPO AREÓPAGO