Del juego y del tiempo libre
Como cada comienzo de curso escolar, las múltiples teorías sobre lo que debiera ser, lo que es, lo correcto y lo incorrecto, lo aconsejable y lo desaconsejable, inundan las redes y los medios de comunicación. Las opiniones y teorías se multiplican y todas son válidas y respetables, aunque no es menos cierto que algunas de ellas merecen al menos cierta puntualización, provenga de quien provenga, o como se ha transcrito en el medio en cuestión, que también puede ser, en todo caso hay que tener mucho cuidado con el lenguaje, sobre todo si se hace referencia a temas jurídicos.
Leo con cierto estupor un titular donde literalmente se afirma que los deberes son ilegales. Hombre, vamos a ver, que yo sepa no está recogida en nuestro código penal ninguna sanción, multa o pena de cárcel por no hacer los deberes, si los hubiera o hubiese. Tampoco obligación de realizarlos y menos aún de aprovecharlos, aunque sinceramente, uno que confía en el buen criterio del docente, sería lo deseable, pues ningún docente manda tareas de refuerzo, que suelen ser voluntarias, si no lo considerase necesario o conveniente para el alumno, o tareas inacabadas dentro del horario escolar, que también pudiera ser.
Lo más extraño de todo es la explicación dada para justificar la ilegalidad de los deberes escolares, “la convención internacional de los derechos de los niños y las niñas dice que los niños tienen derecho al juego; al tiempo libre”, como si lo cortés quitara lo valiente, o si fueran los deberes, repito, en su caso, los que privasen a los niños del juego y del tiempo libre, y en el peor de los casos.
Tampoco es que coincida mucho, justo lo contrario, cuando asevera que mandar deberes es discriminatorio pues hay familias que pueden ayudar al alumno en casa y otras no, por lo que al día siguiente habrá más diferencia entre ambos. Bajo mi modesta opinión se persigue lo contrario, que el alumno más retrasado o que necesita más tiempo para terminar con garantías lo estipulado en el currículo para con su edad, tenga la oportunidad de alcanzarlo, lo cual en todo caso no agrandaría las diferencias, las estrecharía, pues conviene recordar que los docentes pretendemos que nuestros alumnos alcancen mínimos suficientes, y no máximos inalcanzables.
Como en todas las cosas, la virtud está en el medio, y hoy en día no creo que ningún docente mandase nada, si lo hiciera, que no fuese estrictamente por el bien del alumno y seguramente aconsejable. Generar polémicas ya desfasadas que indirecta o directamente repercuten en el buen criterio del docente para con sus alumnos, es una más de las tendencias laxas y equivocadas tan de moda que ciertamente a la larga sí traerán más desigualdad que igualdad, socavando la autoridad académica de nuestros profesionales, que saben lo que hacen, incluso cuando suspenden, aunque les parezca inaudito que suspendan con tan poco tiempo para el juego y el tiempo libre.